Las huellas de otro pueden servirte de inspiración y puedes seguirlas un tiempo, pero es importante que tú, marques tus propias huellas.
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El ángel salvador de un capitán.
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La luz cálida de una espía.
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Durante la tarde, Ariadne estaba en la habitación, que temporalmente le habían dado a sus padres y a ella, revisando sus cuadernos cuando su reloj inteligente vibró. Miró la pantalla y vio un mensaje de Fury, a quien ella sigue llamando "Abuelo pirata". El apodo le hacía gracia, especialmente por la expresión de Fury cada vez que lo llamaba así frente a alguien.
El mensaje decía: "Ve al granero y lleva a Tony contigo, pero no le digas que estoy allí."
Ariadne frunció el ceño, intrigada. Sabía que Fury siempre tenía una razón para sus solicitudes, así que decidió seguir sus instrucciones. Salió de la habitación y se dirigió al patio trasero, donde Steve y Tony estaban cortando leña.
A medida que se acercaba, escuchó la conversación entre los dos hombres.
—Que le daría fin... No es esa la misión —Tony estaba hablando con un tono serio—. No es el porqué de pelear para no tener que pelear para regresar a nuestro hogar. ¿No te gustaría regresar al lado de esa niña que te llama papá? Porque a mí sí me gustaría regresar siempre con Joe.
Ariadne vio cómo Steve, con ira contenida visible en su rostro, rompió el tronco de madera en dos con sus propias manos y dijo:
—Cada vez que buscan ganar una guerra que aún no ha empezado, solo mueren inocentes... siempre pasa.
La tensión en el aire era palpable. Ariadne decidió intervenir antes de que la situación se intensificara más.
—Disculpe, señor Stark —la rubia, se acercó a Tony—. El tío Clint dijo que no le importaría pero el tractor no quiere funcionar y la tía Laura quiere que le pregunté si usted..
—Sí, ya lo reviso —la interrumpió el millonario que soltó un suspiro dando media vuelta, luego miro a Steve—. No te robes los míos.
Ariadne caminaba junto a Tony por el campo en dirección al granero de los Barton. La sonrisa que adornaba el rostro de la rubia era muy bonita y reflejaba las enormes ganas de querer pasar tiempo con Stark. Él era su ídolo, y la oportunidad de conocerlo y conversar con él era un sueño hecho realidad.
—Así que... eres una, umm, pequeña Romanogers —dijo Tony, con su característica personalidad bromista y sarcástica.
—¿Romanogers? —preguntó Ariadne, confundida.
—Sí. Es una mezcla del apellido del capipaleta y de la araña. Rogers; Romanoff. Romanogers —le respondió Tony, sonriendo.
—¡Ah! Sí —respondió Ariadne, divertida—. ¿Qué se siente volar por los aires?
Tony sonrió, recordando sus experiencias.
—Es cool. ¿Cómo es que nadie sabe de ti?
Ariadne se encogió de hombros.
—Mis papás dicen que es mejor. Estaría en menos peligro. ¿Cómo hiciste el traje de Iron Man?
Tony le explicó de manera simplificada cómo había creado su traje, hablando sobre los primeros prototipos y las mejoras que había hecho con el tiempo.