Attack

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Washington DC, 2014

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Washington DC, 2014

Ariadne Rushman, con sus doce años, ya había aprendido a vivir entre dos mundos. Su madre, Natasha Romanoff, le enseñaba ballet y la disciplina del espionaje, mientras que su padre, Steve Rogers, le inculca valores de justicia y valentía. Aquella noche, Ariadne regresa al nuevo departamento junto con su padre después de un fin de semana lleno de entrenamientos y risas con su madre.

El edificio donde ahora vivían era imponente, con su gran fachada y ventanas que reflejaban las luces de la ciudad. Ariadne subió las escaleras con agilidad, su mochila rebotando ligeramente en su espalda, y de la mano de su papá. Los dos llegaron al corredor de su piso encontrado a su vecina, la cual Ariadne odia. Sí; una niña de doce años, casi trece, sintiendo esa emoción tan corrosiva que su padre le ha dicho está mal; pero, este ser dulce, muchas veces inocente, astuta e inteligente es consciente de lo que pasa a su alrededor y esa koldun (como ella le dice) a causado muchos problemas en su familia, comenzando por los coqueteos irrespetuosos hacia su papá cuando su madre no está cerca, o, porqué fue ella quien causó la intoxicación en su perrito Chewbacca enviándolo con un pase directo al Fólkvangr.

—Hola —saluda la enfermera—. Tengo que colgar.. ok. Mi tía, le da un poco de insomnio.

Se excusa acomodando la canasta de ropa sucia en una mejor posición para evitar molestias en su cuerpo en tanto los Rogers caminan a la puerta de su apartamento, y al instante notaron algo extraño: música alta.

Padre e hija se miraron de soslayo. Ariadne no estuvo allí hasta hoy por lo que no había sido y Steve no acostumbra a escuchar música tan fuerte, ni a dejar el estéreo prendido si no esta.

—Buenas noches—habla Steve girando a ver a la mujer, y de manera discreta empuja levemente el hombro de su hija.

—Buenas noches, señora —saluda entre dientes la niña.

—Oye, Steve ¿Te parece un café? —pregunta con voz cantarina la mujer—. Ya sabes, como agradecimiento por la ayuda del otro día.

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