Temblaba por pensar en volver, pero sabía que no había opción, jamás se le había permitido la torpesa, y ahora más que nunca era una obligación mostrarse tranquilo, ahora era la cabeza de la familia real, el rostro que todos conocían, no a Min Yoong...
Dos cortos días habían pasado, la población de Taeek se agolpaba a las puertas del reino, la alegría brillaba en el rostro de todos sus moradores, y el espectáculo de los población revelaba uno de esos acontecimientos que los pueblos festejan espontáneamente sin necesidad de prevenciones por parte de sus autoridades, como quiera que cada uno está ansioso por alcanzar un turno para ver nuevamente a su majestad el rey Min Agust.
El pueblo lleno de contento sonreía demostrando interés preguntando a cada paso:
-¿Aún no no se ha presentado? ¿Cuando llega? ¿Después de tanto tiempo nuevamente veremos a su majestad?-
El pueblo que tenía en mucha estima al rey, no veía la hora de verle sentado en su trono, y de recordarle el significado aprecio que tenían por sus virtudes, su franqueza y su valor.
Cuando llegó el momento, Min apareció caminando despacio siendo seguido por su madre y su reina, saludó amablemente y se sentó en el trono a la espera que aquella incómoda situación terminara lo antes posible, su corazón latía con tanta fuerza hasta el punto de creer que colapsaría si no lograba contener sus emociones.
-Buenos días mis queridos súbditos, yo el rey Min Agust me complace presentarme nuevamente ante ustedes-
"Son sumamente impresionables" pensó YoonGi, pues se dejaban arrebatar y entusiasmar por cualquiera acción que parezca un poco noble o magnánima, pues adoraban de muy buena gana al monarca, viendo en él al soberano que traía felicidad a la nación.
Pero a pesar de todas esas acciones se sintió culpable porque al que aclamaban no era a él, Min YoonGi estaba dejando de existir nuevamente, no sintió ni una chispa de placer que pensó experimentar al oírse por aquellos que no deben su felicidad.
Luego de unos minutos el monarca contestaba a las aclamaciones de la multitud con una sonrisa amable o con un ademán gracioso, las personas sonreían lo miraban maravillados, y no es para menos, la belleza era un factor indiscutible de la dinastía Min.
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Al finalizar aquella estresante y agotadora reunión Min caminó alejándose rápidamente de su madre, sintiendo que si no corría las náuseas aumentarían, porque nunca se había sentido tan presionado en la vida, pensó que sería fácil, después de todo había nacido como un príncipe, pero las cosas no parecían ser tan fáciles, mucho menos cuando los pasos de si madre ahuyentaron su soledad.
-Lo hiciste bien- dijo mirándolo de arriba hacia abajo con un gesto indescriptible -Que bueno que fuiste capaz de evadir aquella pregunta, si lo hubiera arruinado la imagen de mi precioso hijo estaría arruinada por tu incompetencia para gobernar-
YoonGi cerró los ojos recordando aquella pregunta "Su majestad el pueblo se une en plegaria para bendecir a su familia, nos preocupamos por el posible nuevo heredero" aunque tembló en aquél momento supo que debía evadir cordialmente aquella pregunta, "Espero que el próximo heredero al trono pueda recibir la misma cantidad de amor que recibo de ustedes" dijo aquello pensando que sería lo mejor y gracias al cielo fué suficiente para aquella persona.
