Temblaba por pensar en volver, pero sabía que no había opción, jamás se le había permitido la torpesa, y ahora más que nunca era una obligación mostrarse tranquilo, ahora era la cabeza de la familia real, el rostro que todos conocían, no a Min Yoong...
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La mañana estaba más fría que nunca a causa del fuerte invierno, el lindo lago donde siempre solía meditar el joven Jung estaba lleno de una linda y blanquecina capa de hielo, el invierno sin duda era su época favorita.
Era el doncel mas respetado por ser el hijo del inigualable Guerrero Real del Rey supremo Kim Namjoon,
Jung Taek Woon, y el más admirado por su indiscutible belleza, su piel era tan blanca como la nieve, sus ojos eran grises y su hermoso y largo cabello lacio era de un llamativo rojo carmesí tal como sangre derramada, pero hablar de Hoseok sin duda era hablar de perfección, su esbelto cuerpo y sus facciones eran algo de lo que siempre daba que hablar, algo hermoso a la vista de cualquier persona.
—Joven Amo—
un llamado interrumpió su jornada de meditación, pero... ¿que podría ser tan importante para hacerlo salir de su zona? Todos sabían que el lago era el lugar donde el joven solía estar a solas.
—Joven Amo, lamento interrumpir, pero su padre el gran Jung a solicitado su presencia—
La mujer se mantuvo en una misma posición, pero en ningún momento sus ojos le miraban, y aunque creció en ese régimen aún no se acostumbraba a ser temido por todos los hombres que trabajaban para su padre .
—Gracias Minha, por favor avísale a mi padre que me reuniré con él en cuanto cambie mis vestiduras— habló con sutileza mientras veía su atuendo poco apropiado para entrar en la presencia de su progenitor. Continuó admirando la nieve y la belleza de los copos de la misma, no era la primera vez que veía esta bendición de la naturaleza, pero le era imposible no sonreír cuando los pequeños y fríos copos de nieve chocaban sutilmente con su rostro.
Pasado varios minutos Hoseok ya se encontraba saliendo de su habitación, cambió y acomodó sus vestiduras, peinó su rojizo cabello cubierto de nieve y caminó buscando el pasillo que lo dirigía al salón donde su padre solía reunirse luego de regresar a casa con la victoria en sus manos, para luego descansar y beber un poco de vino.
Mientras caminaba podía ver como todo estaba cubierto de ese hermoso color blanco, aunque no era nuevo pa él, el mismo recuerdo que lo atormentaba volvió a hacerse presente para hacerle quedar estático mirando el piso, recordando aquella vez que esa hermosa capa blanca , estaba bañada de un rojo, más rojo que su flamante cabello. Pero por más que quisiera le era imposible olvidar aquella fatídica noche, desde ese día odió todo lo que estaba fuera del reino, desde ese día a la edad de 10 años, su corazón no volvió a ser el mismo .
Desde aquella mañana soleada de verano, recuerda como solía juntarse en el lago con su madre para aprender las técnicas para bordar, su madre era una linda mujer, amable y muy respetada, siempre dispuesta a ayudar y amar a su familia, eran la familia perfecta.
—Madre— habló el joven viendo con admiración a su madre, quien lucía hermosa luciendo su hermoso vestido azul como el cielo, y sus lujosos accesorios de jade.
