Capítulo 1

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Una puesta de sol es algo hermoso para muchos debido a sus muchos significados: El fin de un largo día, la oportunidad de descansar, el momento ideal para salir de cacería, entre otros. Después del ocaso, el pintoresco paisaje del bosque no tardó en hundirse en la penumbra, unas pocas luciérnagas iluminaban débilmente los troncos y flores de su cercanía. Un gran cúmulo de estos insectos yacía cerca de un gran árbol en el centro del bosque, su luz era tan intensa como la que una linterna convencional podía producir.

El reinante silencio del bosque fue cortado por el grito de un niño que parecía haberse perdido. El pequeño estuvo a punto de romper en llanto de no ser por el cosquilleo que una luciérnaga le provocó en la nariz. El insecto se posó en su mano, captando su atención. Entre lágrimas el infante vio como el insecto alzó vuelo y, poco a poco, aparecieron más, formando varias flechas de luz que guiaron al menor hasta el árbol más grande del bosque. Al estar frente al árbol central el grupo de insectos luminosos le dio la bienvenida al niño, envolviéndolo en su luz. El miedo rápidamente se tornó en felicidad, todo era risas hasta que las luciérnagas comenzaron a chocar violentamente contra el pequeño. No hacían mucho, pero la cantidad convertía esos débiles en golpes en azotes. A causa del dolor, sus piernas cedieron, haciéndole caer.

Un peculiar ser, de figura femenina, descendió del árbol central, sus ojos y algunos puntos de su piel brillaban del mismo color que los insectos que no cesaban de golpear al menor. Con una perturbadora y brillante sonrisa se abalanzó sobre su presa, impidiéndole realizar cualquier movimiento. Al acercar su boca para desgarrar el vientre del niño un fuerte corte en su espalda seguido de una patada le obligó a alejarse.

- Ten algo de clase, es solo un niño. -la oscuridad del bosque impedía ver al dueño de esa voz, siendo apenas visible su silueta.

- Tú no caerías en esa trampa, idiota. ¡Arruinas mi cena! -con rabia trataría de usar el mismo ataque que en el niño pero los incesantes golpes parecían atravesar a su objetivo.

- Lo siento, pero creo que la cena se cancela. -resultó encontrarse detrás del demonio y, con un corte limpio, separó la cabeza de su cuerpo.

- Esto es una broma... Una... Maldita... Broma... -lo último que pudo ver antes de reducirse a cenizas fue al cazador enrollar lo que parecía ser una cadena para después cargar al niño en sus brazos.

Pese a la oscuridad del bosque y la falta de una linterna, el cazador caminaba sin problema alguno entre los árboles, ni siquiera las piedras en el suelo le eran molestia. Tras pocos minutos de caminata llegó a un pequeño pueblo, donde un hombre con una linterna que esperaba en la entrada se alegró al ver a su hijo con vida.

- ¡Takumoto! Muchas gracias, joven. -el contrario se limitó a forzar una sonrisa y entregar el niño a su padre.

- Como se lo prometí, en una pieza. -del cuello del infante colgaba una pequeña bolsa de color lila que su padre no recordaba haberle dado.- Tranquilo, son glicinias, lo ayudarán más de lo que cree. -antes de que el mayor pudiera decir algo más volvió a salir del pueblo, perdiéndose en la oscuridad del bosque.

Realmente estaba oscuro pero sus ojos podían distinguir hasta el más pequeño mosquito el aire. Sin prisa llegó a una colina despejada y se sentó en una roca con el fin de esperar. Posando su mano en los vendajes de su abdomen, clavó su vista en el cielo nocturno por un tiempo.

Un repentino e intenso dolor de cabeza, acompañado de voces extrañas le hizo perder la paciencia poco a poco. Antes de desesperarse totalmente, una voz algo extraña se hizo presente a espaldas suyas, dándole un leve susto. A la vez, el dolor y las voces cesaron.

- Debes actuar más rápido. Un segundo tarde y le hubieras llevado un cadáver a ese hombre. -el ave parecía estar disgustada a la vez que algo asombrada.

Filo de un Espejismo [Kimetsu no Yaiba OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora