Scarlet se llevó rápidamente a su nueva víctima, sabiendo muy claramente quien era a quien buscaba y a quien por fin había conseguido atrapar después de mucho tiempo de mentiras pintadas de rosa.
Scarlet encantó a Nika para que no recordase nada de su vida a partir de sus 16 años, un conjuro básico que le ayudaría para que no consiguiera escapar tras todo lo aprendido.
Le puso una venda oscura y fina como de seda para que no viese demasiado, y al llegar a casa, le ató con esposas y cadenas a una celda de su sótano, para que no pudiese escapar jamás.
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Scarlet estaba preparando algo de comida para su siguiente víctima, pero prefería torturarla, y que ella misma preparase su propia comida.
Scarlet fue a por su víctima al sótano, le colocó las esposas con las manos hacia delante para que pudiese cocinar, y le coloco una venda más gruesa que la anterior en sus bonitos y grandes ojos marrones.
La tortura consistía en que esa misma víctima, tendría que cocinar un animal muerto con los ojos tapados.
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Nika no sabía si era un cerdo, un pollo, un jabalí... Sólo sabía que tenía que cortarlo a trocitos. Pero Nika tenía una inteligencia superior a cualquiera, y sabía de sobra que su secuestradora solo quería que sufriera y que accidentalmente se cortara los dedos.
Delicadamente, Nika tocó todo el animal y todo el cuchillo para no equivocarse, y muy lentamente fue cortando como pudo al animal misterioso.
Pero Scarlet se quejaba, decía que era muy lenta, que se diera prisa o le pondría un castigo peor.
Nika, con miedo, intentó hacerlo lo más rápido posible, y para que su secuestradora estuviera feliz, sabiendo que quería que se cortarse, se hizo un par de rasguños mínimos para escuchar su reacción.
A Scarlet no le servía esa estrategia, ya había tenido demasiadas víctimas como para caer en algo tan tonto.
Nika, esta vez, se hizo un corte un poco más profundo, hasta le sangraba, y mientras gemía falsamente de dolor, pensó en un plan.
