Capitulo 15. Aniston

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—Tierra llamando a Alison —Oh de nuevo lo hice.

Y ahora en el trabajo.
¿Había llegado algún cliente?

Así que voltee a todos lados, pero a esta hora la cafetería estaba un tanto desértica.

—¿Acaso me estabas hablando y te diste cuenta que hablaste de más sin que prestara la mínima atención? —Arrugo toda mi cara porque se que es algo que suelo hacer lo que acabo de preguntarle.

Si ceja levantada no parecía de confusión, más bien era de... sorprendido, por muy extraño que suene pensar aquello su cara era de sorpresa.

—¿Que tanto piensas? —Suspiro.

¿Que tanto pensaba Alison?
El asunto de Matías y Aranza también.

—Un poco de todo —Claro estaba que no podía contarle a Alexander—. Sobre la vida y las vueltas misteriosas de los cruces con otras personas, o bueno más bien de los adolescentes.

Lo veo sonreír. Sigo insistiendo que no es tan grande.

—A todo esto —Quería cambiar de tema y alejar de mi cabeza a mi compañeros de clase—. ¿Cuantos años tienes?

Lo escucho reír, me gustaba cuando lo hacía porque al momento que lo hacía su cabello largo le tapaba los ojos azules y después hacía un movimiento con su mano para arreglarlo.

—No veo que tiene todo el asunto en tu cabeza que ver con mi edad —Se sienta en la barra, así que yo también lo hago—. Pero tengo veinte, los cumplí el mes pasado.

—Vaya, pues felicidades atrasado —Le sonrió de lado—. Chico cancer.

Si, si lo sé había sacado a relucir su signo zodiacal. Y ante eso consigo escuchar de nuevo aquella risa de la que me estoy dando cuenta que me gusta.

—De hecho, soy Leo —Y por más sorpréndete de todo esto, es que me haya entendido.

Creí que las únicas que les importaba saber su signo zodiacal era a las chicas, ¡Él sabía que tipo de signo era! Eso me hizo sonreír, aunque no lo hice en su dirección, más bien me dediqué a observar a las máquinas de café que tenía enfrente. Ya no era tan in desastre cuando trataba de preparar algo. Después de que Alexander estuviera riendo de mi después del derrame de leche ante la mala colocación de la taza en la máquina -Unos seis accidentes de derrame de leche-, todo había ido mejorando.

Supongo que el no pregunta por mi edad debido a que eso venía en mi solicitud de empleo, y como el me contrato. Sabía bien que la había leído.

—¿Y como terminaste aquí? —Hice un ademán en general con mis manos al local—. Es agradable, pero por lo que he visto se te da bien cantar.

Mi vista regresa a él.

—Te voy a contar un pequeño secreto —Se acerca a mi y provoca que trague un poco de saliva ante su cercanía—. ¿Prometes no decir nada?

Su aliento provoca un escalofrío en mi en todo el cuerpo. Pero hago el esfuerzo de asentir ya que me he quedado seca de saliva, su cercanía provoca que me ponga demasiado nerviosa.

—La cafetería es mía —Sus ojos observan todo momento los míos, pero yo no puedo sostenerle la mirada.

Y con ello se aleja y todo mi sentidos regresan a su estado normal y no de alerta.

—¿En serio? —Y por alguna extraña razón me dedico a observarla y cuestionarme varias cosas—. ¿Como es posible?

Se lo pregunto mientras río débilmente.

My first love [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora