Capitulo 31. Nada sucede

1.2K 61 4
                                    

—¿No crees que necesitas una escalera? —Le pregunto lo que debería de ser mi jefe—. O por lo menos una silla.

—No, si lo alcanzo —Observo sus piernas, ya está parado de puntas y parece que estás están temblando—. Ya casi...

Por favor que no se caiga, por favor que no lo aplaste la caja.

—Será mejor que vaya por esa silla —Le digo sin pensarlo más.

En cuanto salgo del cuarto del almacén se escucha como algo cae. Aprieto mucho los ojos, por favor que esté bien.
Entró al cuarto al instante, y se encuentra en el suelo contra la pared, sosteniendo la gran caja que estaba en el último peldaño del stand.

—Oh —Tapo mi boca con ambas manos—. ¿Te encuentras bien?

Me agacho al instante a su lado, le ayudo a quitarle la caja de encima, noto que esta no es muy pesada, por lo que el problema mas que nada era tratar de alcanzar la caja.

─Me doble el pie mientras me pare de puntas ─Me explica Alexander, después empieza a reír mucho.

Rie tanto que todo su cabello largo le cubren los ojos, es muy gracioso como un chico tan varonil y con un estilo un poco rockero trabaja en una cafeteria, de hecho es dueño de la cafeteria. A veces lo que mostramos por fuera suele quedar muy lejos de lo que realmente representa es la persona.

—Eres tan desesperado, pudiste haber esperado a que trajera la silla —De tanto que rio, su cabello se recorrió a sus ojos tapándolos por completo—. Pudiste haberte lastimado peor.

Si cabello tan brillante tiene una sensación que me pide a gritos "tócame" y por más que intento no hacerlo, realmente pongo mucha fuerza de voluntad por no hacerlo, lo hago y se lo acomodo, donde puedo ver de nuevo sus ojos azules. Unos en los que siempre me pierdo, tengo la mirada seria para mi gusto al igual que mi boca en una línea. Mientras colocó su cabello tras su oreja puedo ver como tiene su boca entre abierta. Todo mi cuerpo tiene un cosquilleo continuo mientras los toco.

—Pero no me pasó nada —Responde tranquilo.

Y aunque haya hablado, no se si existan ese tipo de cosas, pero siento qué hay un momento. Creo qué hay uno. Mi mano sigue tocando algunos cabellos y su oreja. Puedo observar que su respiración es algo pesada y la mía... bueno a decir verdad yo no estoy respirando.

—Es lo bueno —Y sin más ambos nos quedamos observando.

Observándonos por varios segundos, que para mi me parecen una eternidad. Retiro mi mano despacio, no sin dejarlo de ver todo momento.

—¿Te mencione que la siguiente semana tocamos de nuevo? —Trago saliva. Sacudo levemente la cabeza.

—No, no lo mencionaste —Ninguno de los dos se mueve, ni hace ningún movimiento brusco—. ¿Sera de nuevo el viernes? ¿Quieres que te ayude con un turno extra?

Le pregunto, espero que no ya que ese fin de semana es el campamento y si me pide turno extra me cansaré hacerlo yo sola y no descansaré para el día siguiente.

—De hecho no tengo problema con el horario, la chica que viene los fines de semana me pidió horas extras y el viernes por la noche puede cubrirlo —Asiento despacio sin saber cuál es la dirección de esta conversación—. Pero lo que quiero decir es que...

Se queda callado mientras se rasca un poco su barbilla. Diría que se ve un tanto nervioso.

—Lo que quiero decir —No comprendo porque no puede decirlo—, es que si, claro que si tienes tiempo con todo el asunto del campamento y todo eso, porque debes descansar y aparte no se si te interese realmente, sabes porque jamás me ha dicho si realmente te gusta o no.

My first love [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora