VI: La Búsqueda

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Entró en el bar, la música estaba a todo volumen, la gente se amontonaba, cerrándole el paso, bailaban, pegados, entregándose completamente al momento «Pobres» pensó. Varias mujeres llegaron hasta él, intentando seducirlo, simplemente les sonrió y con un leve encantamiento las alejó. Era uno de esos sitios donde solía venir la peste de la sociedad, aquellos que se sentían superiores a los demás por el dinero que poseían. El antro más costoso de toda la ciudad, "The 2134" así le llamaban, los jóvenes ibandebido a las fiestas de gran magnitud que se llevaban acabo durante la noche. Vladi suspiró, siguió avanzando, no quería estar ahí por mucho tiempo.

Deshacerse de los guardias fue muy sencillo, normalmente eran fuertes físicamente pero sus mentalidades débiles los volvían blancos fáciles para el control psicológico, solamente hizo falta plantar la idea de que la pequeña niña llamada Samantha estaba hospitalizada para que el gran hombre negro se tornara frágil y prácticamente inútil, corrió y le dio acceso a ese sitio de podredumbre. Algunas mujeres se subían a sus mesas para bailar y lucirse, mientras que los hombres las veían desde abajo con una mirada morbosa, pero a ellas no parecía importarles para nada. Cerró los ojos y se concentró, anulando cualquier sonido del exterior, en ese punto solo escuchaba los latidos de cada persona que estaba en ese establecimiento «Debe estar por aquí» pensó, buscando el aura de aquel hombre.

Las auras eran algo extraño en la mayoría de los casos, se trataba de un claro reflejo del alma humana, aquel que era capaz de ver eso, tenía conocimiento ilimitado sobre su entorno y eso le fascinaba. Vladi se acercó a la barra y dio un sorbo a una de las bebidas alcohólicas que vendían, en realidad eso no le causaba nada, su intestino no reaccionaba ante esas cosas mortales, solo lo hacia por ese sabor. Y fue ahí que lo vio, era un hombre mucho más gordo que la última vez que lo vio, a su lado se encontraban dos chicas de cuerpo exhuberante, una de piel negra como la noche y la otra sin duda latina «Sigue gustándole lo exótico» pensó, con algo de gracia. Lo único que no cambio fue su insignificante presencia. Se movió hacia donde estaba, ascendió por unas escaleras en espiral, en ellas, una pareja de jóvenes se besaba apasionadamente mientras la mujer con una mano dentro de su pantalón acariciaba el miembro erecto del hombre, era pequeño y eso le causó un poco de pena, lanzó un leve hechizo y logró que este creciera diez centímetros más, lo suficiente para que ella disfrutara. Sin embargo cada magia usada tenia un costo, el hombre se volvería un adicto al sexo, querría acostarse y cogerse a cada mujer que viera a su alrededor «Pequeños costos» pensó Vladi, probablemente terminaría siendo un violador o algo así, hasta que lo atraparan y lo enviaran a prisión donde, al no tener ninguna mujer a su disposición terminaría matándose.

Al llegar al piso superior se dio cuenta de que el hombre ya no estaba ahí, entró a una oficina y colocó el seguro. Se colocó delante de la puerta y escuchó el interior, risitas y caricias, ese estúpido se acostaba con las dos chicas a la vez. Rompió el candado sin producir ningún sonido, la puerta se abrió con un chirrido, pero no parecieron notarlo pues siguieron con su diversión, el hombre besaba con intensidad a la mujer latina en el cuello, mientras ella movía sus manos alrededor de su cabeza, despeinandole el poco cabello que le quedaba, mientras que la otra le bajaba el pantalón para hacerle una mamada. Era un espectáculo bastante mediocre, el aspecto del sujeto era burdo y decepcionante «El placer y el deseo de ellas es hacia el dinero no hacia la lujuria» eso le daba un poco de asco, gente que se obsesionaba con una cosa tan vacía como el dinero. Se recargó en una de las paredes, metió una de sus manos en su bolsillo izquierdo y sacó su cajetilla de cigarros, tomó con cuidado uno y con la otra mano lo encendió, el hombre al escuchar eso de inmediato cortó la acción.

-¡Hey, tú! -Le gritó- ¡Lárgate de aquí, muchacho! ¡Este no es un lugar para niños!

-¿Niños? -Preguntó Vladi, sin mostrar ninguna emoción- no, te equivocas...

-¿Me equivoco? ¿De que chin....? ¡Lárgate de mi antro ahora! ¡Nadie va a decir que estoy equivocado! -Vladi se burló, se acercó hasta él, inhaló y después lanzó todo el humo de tabaco hacia el rostro del hombre. Este se sacudió y las mujeres inmediatamente se alejaron, entre quejidos, alegando que era muy poco el pago para que estuvieran en presencia de esas cosas.

-Salgan chicas... -Les ordenó y ellas se alejaron.

El hombre se puso de pie, y trató de atacarlo, pero antes de que su brazo si quiera estuviera a unos centímetros del rostro de Vladi, él lo detuvo y con una leve sonrisa rompió el hueso. Héctor cayó de rodillas con un bramido, maldiciendo, y sujetando su miembro roto. Las lágrimas comenzaron a deslizarse por el rostro del gordo; Vladi volvió a tomar su cigarrillo, inhaló, guardó el humo y después lo arrojó con tranquilidad. Se acercó al escritorio y tomó asiento en la silla que ocupaba el bastardo, vio una foto en la que sonreía, a su lado se hallaba una mujer de cabello marrón y un pequeño niño «Su familia» se dijo Vladi, sujetó el portaretratos y se lo lanzó a Héctor, de manera que el cristal protector se estrellara con su cabeza, quedando con un rostro cortado. No dejaba de gritar, y se arrastraba, como la vibora que era pero nadie lo escucharía. Vladi cerró con fuerza la puerta, Héctor lo miró mientras él avanzaba hacia él.

-¡No! ¡No! ¡Por favor! ¡Tengo una familia! -Decía, desesperado-, ¿Qué quieres de mi? ¿Plata? ¡Tengo plata! ¡Puedo dártela! -Vladi lo hizo levitar por los aires uno instantes, sentía su miedo, ese nerviosismo y eso lo alimentaba. Era un dulce sabor en su boca.

-No me interesa tu sucio dinero, Héctor.

-¿Cómo...? ¿Cómo sabes mi nombre?

-Yo sé muchas cosas -Hizo una pausa y lo miró directamente a los ojos-, también sé que hace diez años, cuando mataste a tu familia en ese accidente automovilístico por ir borracho alguien vino a verte -Le acomodó el cuello de la camisa, mientras Héctor se cagaba de terror.

-No sé... No sé de qué me hablas.

-Déjame recordártelo, hace diez años, tu hijo Erick enfermó en medio de la noche, tenía demasiado calentura. Tu esposa, preocupada como siempre te llamó e interrumpió tu "búsqueda de trabajo" aunque en realidad los dos sabemos que estabas en una cantina gastandote el poco dinero que te quedaba -La foto seguía en el suelo, Vladi volvió a recogerla y la colocó delante del rostro de su invitado-, fuiste a tu casa y decidiste llevarlos al doctor más barato que conocías, conducías el automóvil entre gritos, ambos estaban molestos aunque ella era la que tenia razón. Y gracias a todo el alcohol que llevabas en la sangre no viste aquel camión, te estrellaste de frente contra un muro de concreto y lo siguiente que viste fue un hospital.

»Despertaste y te contaron lo que sucedió, te sentías perdido, causaste la muerte de tu familia, de las únicas personas que alguna vez creyeron en ti... -Vladi negó con la cabeza-, y fue entonces que ella llegó, una mujer grande, te ofreció algo... Un regalo de cumpleaños, una vela que cumpliría el deseo que tu quisieras, incluso traer de vuelta a tu familia muerta, arreglar tu error ¿Mágico no? Y aún teniendo esa oportunidad de oro la volviste a desperdiciar ¿eh? Deseaste este lugar de porquería, cambiaste dos vidas por dinero sucio... Que despreciable.

-Ellos... Ellos ¡Estaban muertos! ¡No iban a volver!

-Eres un bastardo, de eso no cabe duda, pero no te preocupes yo lo usaré mejor. Lo que me interesa de ti es que me digas dónde está ella...

-¿Quién?

-La mujer -Lo dejó caer.

-Yo... Yo no lo sé, ella... -Vladi colocó su pie encima del brazo roto de Héctor y presionó con fuerza- no lo sé, habló de un Instituto, vestía como monja, eso es lo único que sé... ¡Detente! ¡Detente!

-Una monja ¿eh? Bien. -Movió su mano y un librero se desplomó sobre la pierna de Héctor, dejando inmóvil.

Tomó su cigarro y lo arrojó sobre unos papeles, de manera que el fuego se extendió rápidamente, creando una llamarada gigantesca. Vladi lo miró atentamente, mientras el hombre volvía a patalear y usaba las fuerzas que le quedaban para intentar liberarse, inútilmente. El fuego, rojo y hermoso llegó hasta él y lo abrazó cálidamente, Vladi sonrió y salió de la habitación. Mientras todo era consumido por el fuego, él absorbía la magia del deseo. Permaneció en el exterior, viendo como el antro se quemaba, los bomberos llegaron, pero no lograron hacer nada, un conglomerado de personas observaban la escena, impactados. Vladi se levantó y se fue, no tenía nada más que hacer, debía continuar su búsqueda por Lorena.

Perdonen la ausencia, estuve un poco ocupada, igualmente aquí les dejo un capitulo más, un poco diferente. Si les gusta no olviden dejar su voto y un comentario <3

El Deseo de Mi Amiga (Cambio de cuerpo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora