El Deseo de Mi Amiga (Cambio de cuerpo)

II: El Vuelo

Regresó a su habitación «Va a venir» pensó, con alegría, casi iba dando saltos, no podía creer que David le hubiera pedido eso «Supongo que es un avance ¿no?» recorría los pasillos con una amplia sonrisa, el Instituto estaba vacío prácticamente, la mayoría de sus compañeros ya se habían ido, todos saldrían de vacaciones para celebrar el final de su educación. Ximena por su lado iría a la playa y se la pasaría bajo el sol hasta que su blanca bien se bronceara, siempre quiso salir de viaje sola y gracias a que su cumpleaños era mañana sus padres accedieron a dejarla ir por dos semanas. Claro que pusieron de condición que Renata fuera también, su amiga ya iría en camino, fue de las primeras en salir una vez que amaneció, en sus propias palabras.

-No aguantaré un día me en esta prisión de porquería, nos vemos allá -Renata era un mala estudiante, se la pasaba buscando facilidades a la hora de hacer trabajos pero no por eso le caía mal, en realidad se completaban muy bien.

Ximena era una estudiante promedio, pero las donaciones de sus padres hacia el Instituto le permitían tener ciertos privilegios, como la habitación solitaria en la que pasaba sus noches. Gracias a una lámpara que ocultó de las monjas, se mantenía despierta hasta tarde y leía unas partes de libros, o escribía unas palabras en su diario; nadie conocía esos pasatiempos, ni siquiera David, prefería que la siguieran viendo como una chica bonita. Suspiró, pasaría dos semanas con sus dos mejores amigos ¿Qué más podría pedir? «Creo que podría ser mejor...» pero no, no quería hacerse ilusiones. Se recostó en la cama y miró el techo, estaba cómoda, tal vez podría dormir un poco antes de que David terminara de ordenar sus maletas y tuvieran que irse rumbo al aeropuerto. Su corazón latía con fuerza, tenía mucha emoción ¿Cuántas cosas podría hacer en vacaciones? Y más estando en medio de la playa, sería una oportunidad única en la vida, su paso de la juventud a la madurez, y la toma de responsabilidades.

«No, no debo pensar en eso» Ella era hija intermedia de sus padres, sin embargo ellos creían que sería la más exitosa ya que contaba con la inteligencia de su padre (que no solía demostrar para que no la creyeran una nerd) y la belleza de su madre. Desde pequeña las personas decían que tenia un rostro tallado por ángeles o cosas asi, y cuando ingresó al Instituto los halagos incrementaron, su cuerpo comenzó a volverse el de una señorita y aunque no era el más voluptuoso o lucidor, su bella cara lo arraglaba. Ximena tenia un profundo miedo por lo que se avecinaba ¿qué es lo que debía estudiar? Las mayores escuelas universitarias le enviaron una carta de invitación, excentandola de presentar cualquier examen, debido a la influencia de sus padres. La mayoría creía que se dedicaron a la abogacía como su padre, mientras otros le pedían que por favor explotara el potencial de artista que tenía. Sor Valentina, la encargada del coro, no se cansó de repetir que Xime tenía una voz magistal; pero ella no estaba segura, los reflectores y los escenarios la llamaban pero... ¿y sus padres? ¿se decepcionarían de saber que su hija desperdiciaría su potencial dedicándose a la música? Lo verían como una derrota y ella no quería eso, no los obligaría a sentirse así. Apretó los ojos al darse cuenta de que una vez más comenzaba a estresarse, odiaba eso, pensaba demasiado las cosas cuando en realidad solamente debía dejarse llevar, ella sabría el momento indicado para tomar la decisión.

-¿Aún no? -Preguntó una voz, abrió los ojos y se levantó de golpe, asustada. Fue entonces que vio a Sor Lorena, suspiró y sonrió, ella siempre la trató muy bien-, ¡Ay perdón! ¿la asusté, querida?

-Un poco -Contestó riendo, y puso una mano en su pecho, ya que estaba respirando muy agitada, Ximena no era fan de los sustos-, pero no se preocupe no pasó nada.

-Oh bueno de todos modos perdoname, hijita, no era mi intención -Sor Lorena era una mujer de edad avanzada, su rostro estaba lleno de arrugas pero siempre con una gran sonrisa-, pero cuéntame en qué pensabas ¿a caso hay un chico guapo por ahí?