XI: El Tiempo

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El primer día de escuela era aterrador para la mayoría, él formaba parte de esa cifra... David tenía miedo, sus padres decidieron que aquella escuela era la mejor, pero estaba solo, no tenía a nadie. Veía los gigantescos pasillos, era extraño, no tenía idea de a dónde ir. Fue entonces que se le acercó lo que parecía ser una monja, vestía colores blanco y negro, parecidos a los de un pingüino, ella le sonrió y le acarició el cabello.

-¿Eres David, cierto? -Le preguntó, estaba muy sorprendido de que lo conociera, digo ¿Cómo lo hacía?

-Si... Soy yo... -Le dijo, con voz insegura.

-Lo sabía, ¿Quieres que te acompañe? -Él aceptó la invitación, lo sujetó de la mano y comenzó a mostrarle todo el Instituto, era muy bonito, muy poco parecido a lo que conocía... Muy grande-, me conocen como Sor Lorena, pero puedes decirme Lore ¿Okey?

-Sip.

Lo llevó hasta uno de los cuartos, en él ya había un inquilino, era un niño de su edad, no más de seis años. La monja lo dejó ahí, el chico se le acercó y sonrió después le ofreció la mano para que chocaran cinco; tenía un balón en el pie, parecía manejarlo muy bien. David no era experto en eso, siempre que intentaba jugar con su mayordomo terminaba cayéndose y lastimandose, por eso se enfocaba más en leer, eso en verdad lo entretenía.

-Parece que seremos compañeros ¿No?

-Si, supongo que si -Respondió tímidamente.

-Mi nombre es Oliver.

-Yo soy David.

Estuvieron conversando un rato, era una buena compañía, ambos estaban nerviosos, después de unos momentos Oliver quiso ir a descubrir la escuela por lo que una vez más se quedó solo. No le gustaba mucho estar ahí, pero debía ser valiente. La noche anterior no podía dormir pensando en que ya no estaría en su casa por bastante tiempo, era el fin de una etapa, recostado en su cama viendo el techo, pensando... Cuando escuchó la puerta de su cuarto abriéndose, se levantó para ver a su padre, el hombre sonrió, tenía una barba un tanto poblada y su piel estaba un poco bronceada; se le acercó y se sentó a un lado de él.

-¿Qué pasa, campeón? -Le preguntó, recostandose junto a él-, ¿Estás nervioso?

-No quiero ir... No conozco a nadie ¿Por qué debo ir, papi? Yo estoy bien aquí, prometo que no haré travesuras y que ayudaré a James con los deberes -Había suplicado.

-No se trata de eso -Rio un poco-, sé que es difícil, el cambio siempre lo es,  pero mira ¿No quieres conocer a más chicos como tú?

-Si pero... ¿Y si no les caigo bien? El abuelo dice que..

-Si, si, yo entiendo al abuelo y sé de lo que habla, me dijo lo mismo cuando tenía tu edad -Negó con la cabeza-, de verdad lamento no poder pasar más tiempo contigo, es que... El trabajo. Mira, David, eres un niño muy inteligente y esa escuela te dará la educación que necesitas, además no necesitas caerle bien a nadie, estoy seguro de que tendrás muchos amigos. -Lo abrazó-, este es el primer gran cambio que tendrás en tu vida, quiero que sepas que siempre, siempre estaremos ahí para apoyarte,  todos nosotros.

-¿También el abuelo?

-Si, David, también el abuelo. Puede parecer un cascarrabias pero él te ama.  Los cambios son buenos, aunque no lo parezcan, siempre lo son.

Recordar aquella conversación hizo que se le escaparan unas cuantas lágrimas «Los cambios son buenos» de dijo y alzó la vista, viendo su nuevo cuarto, su padre debía tener razón. Jamás olvidaría aquella conversación con su padre.

La puerta se abrió lentamente y ella se apresuró, estaba molesta, preocupada, nerviosa y tenía los ojos irritados de tanto llorar. Llevaba cerca de dos horas esperando a que Ximena y su cuerpo masculino se dignaran a aparecer «Mi abuelo... Él... Va a estar bien» intentaba decirse, pero no estaba seguro, Oliver dijo que fue su propia madre la que lo llamó, eso era una mala señal.

El Deseo de Mi Amiga (Cambio de cuerpo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora