IX: Confusión

771 18 10
                                    

Se detuvo justo delante de la construcción, era un tanto antigua, podía imaginarselo, la mayoría de los sitios como ese surgieron muchos años antes cuando la sociedad aún creía en todo lo que la iglesia decía «La historia no es así...» pensó, con cierta molestia, no le agradaba la idea de estar tan cerca de un sitio como ese pero no tenía otra opción, creó un hechizo de protección que evitaría que cualquiera de los miembros del clero pudiera reconocerlo. Los pasillos estaban oscuros y escuchaba ligeros susurros, sabía que todos estaban de vacaciones, se trataba de un colegio bastante caro.  Llegó hasta el comedor principal, cada cierto tiempo se encontraba con estatuas de santos, había tenido la oportunidad de conocer a algunos de ellos y la gente se sorprendería si en verdad supiera como eran en vida, eso la parecía bastante cómico. Nunca entendió por qué era que los humanos ponían toda su energía en esos seres, estaban cegados por la doctrina que les mostraron... Simplemente horrendo. Estaba de pie frente un cuadro que mostraba el supuesto infierno cuando escuchó en sonido de un bastón, se giró y se encontró con una monja anciana, su cabello blanco parecía quebradizo y apenas tenía un poco abiertos los ojos, sus arrugas estaban demasiado marcadas, ella lo miró y después alzó el bastón.

-Tú... -Dijo la monja.

-¿Yo? -Preguntó él, curioso.

-Pequeño ser de oscuridad, vete de nuestra casa -¿Cómo había hecho eso? La mujer no debería tener la capacidad de ver su verdadero yo... Solo existían dos razones lógicas para que lo hiciera, una era que se trataba de una santa y la otra que estaba a punto de morir, eso era lo más probable.

-¡Uffff no me asustes! -Le contestó, riendo, se le acercó y se colocó frente a ella, cara a cara, la miró, atravesó sus ojos y llegó hasta lo profundo de su alma. Era una mujer lastimada, herida, sus padres la forzaron a ser monja... Pero su momento de morir estaba cerca. Vladimir tenía la habilidad de oler la desgracia ajena, era muy interesante. Pero antes de poder decírselo a la anciana, otra monja surgió de entre la oscuridad, tenía el rostro más curtido. Hizo retroceder a la monja mayor y ella ocupó su lugar, lo miraba con un aire de superioridad, suponía que se debía a la apariencia que tenía «Si ella supiera que tengo más de 20000 años» pensó.

-Las fechas de inscripción aún no han sido abiertas... -Le anunció, dándole la espalda.

-No vine a inscribirme.

-¿Ah no? -Volviendose-, ¿Entonces? Nuestra escuela no consume ningún producto que puedas estar vendiendo.

-Oh lo sé, pero tampoco quiero vender algo... No tengo necesidad de limosna, como otros -La mujer hizo una mueca, mientras la anciana Se alejaba, no sin antes mirarlo por última vez.

-¿Qué quiere de nosotros?

-Vine a buscar a una vieja amiga, ella sabrá quién soy.

-¿Y quién es esa vieja amiga? Soy Sor Jennifer, una de las madres más antiguas en el colegio, si su amiga verdaderamente está aquí, yo lo sabré -La mujer frunció el entrecejo.

-Su nombre es Lorena Aquino -Inmediatamente la mujer bajó la vista «La conoce... Finalmente la encontré» casi podía sentir el poder en sus manos, el deseo que por tanto tiempo había pensado-, la conoce ¿No es cierto?

-Si... Yo... La conocí, todas lo hicimos, pero lamento decirle que ella... Está muerta.

-¡¿Qué?! -«¡No! ¡No! Maldita sea ¡No! ¡No es cierto! ¡No!» sintió su enojo flotando a su alrededor, la magia se escapaba de su cuerpo, si hubiera deseado algo, habría hecho volar el instituto entero, hacer cenizas todo lo que Lorena amaba, pero debía controlarse-, no, eso no puede ser ella... Ella me dijo que viniera a visitarla hace poco, es imposible que...

El Deseo de Mi Amiga (Cambio de cuerpo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora