CAPÍTULO 6

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Abrí los ojos. Mi cuerpo se hundió rápidamente, mientras que miles y miles de burbujas pequeñas y grandes golpearon mi rostro al dirigirse hacia la superficie. El rio era mucho más profundo de lo que aparentaba y estaba dividido en dos corrientes. Me sumergí hasta la segunda corriente, la cual parecía inerte, y entonces vi un pequeño resplandor plateado y azul. Mi cuerpo palpitó dando la señal y nadé hacia la luz, entrando en lo que parecía ser una pequeña cueva subacuática. Una vez ahí, me sujeté de algunas piedras para impulsarme hacia dentro y encontré el brillo plateado filtrándose entre algunas rocas. Como si con el pasar del tiempo, el movimiento del agua hubiera tratado de sepultar aquello brillante bajo arena y piedras.

Estiré la mano y tomé en un puño aquel pequeño resplandor, siendo posteriormente expulsada por una fuerte corriente hacia la superficie.

Mi cuerpo emergió con rapidez. Y era un alivio. Pues, aunque se me daba aguantar la respiración por varios minutos, estaba a poco de llegar a mi límite. Pero nunca me imaginé que, a mi regreso, la superficie del rio estuviera congelada.

Choqué contra la capa de hielo y traté de agarrarme de las grietas con las uñas mientras la corriente me jalaba. Yue por su parte golpeó una y otra vez el hielo con sus puños envueltos en fuego, dándome a entender que algo o alguien había provocado tal situación. Como pude metí el objeto resplandeciente en una bolsa oculta en mi falda y golpeé el hielo con puños y patadas en el mismo lugar donde Yue lo hacía.

Minutos infernales más tarde, por fin el hielo cedió y Yue remató con una patada descendiente envuelta en fuego. Se hace un agujero y yo me sujeto del contorno, al tiempo que Yue metió las manos al agua y me sacó, sujetándome por las axilas.

Yue tiró con todas sus fuerzas hacia atrás y yo me impulsé pataleando hasta que por fin salí del agua. Yue cae de sentón sobre la superficie y yo sobre él. Tosí y jalé grandes bocanadas de aire, aliviada y agradecida con los dioses por estar fuera de peligro. Yue me atrajo hacia él y me frotó la espalda con vigor, ayudándome a entrar en calor.

–Un poco más y no la libras– jadeó.

Acto seguido, ambos escuchamos un crujido y el hielo bajo nosotros se rompió, siendo arrastrados y revolcados por el furioso rio. Como si este estuviera decidido a matarnos.

–¡Yue! –grité en cuanto pude salir a la superficie–¡Yue!

El sale del agua, unos metros más abajo que yo, y logra sujetarse de una piedra.

–¡Estira el brazo! –gritó.

Pataleé para mantenerme a flote y traté de nadar a su dirección. Ambos estiramos el brazo y nos sujetamos de las muñecas. Yue tiró y me pasó entre la piedra y el, para luego contraerse y sujetarse con fuerza a la superficie lamosa.

–¡La corriente se hace más fuerte! ¡Tenemos que salir! –grité.

–¡Si nos movemos, el rio nos tragará en segundos! –respondió.

Ambos nos sujetamos con fuerza a la piedra mientras el rio golpeaba y se hacía cada vez más agitado. Nada de esto tenía sentido. ¿Por qué de la nada el rio se había vuelto tan salvaje?

El agua se agitó, muy similar a cuando ocurre un temblor, y se escuchó una especie de rugido. Y tras aquel sonido estremecedor, una gran ola apareció e impactó contra nosotros, siendo revolcados rio abajo nuevamente.

Un par de volteretas después logré salir del agua y me sujeté de la raíz de un árbol cercano. Recuperé el aliento y busqué con la mirada a Yue, entre la espuma, ramas y troncos.

–¡Yue! –grité con todas mis fuerzas.

Y entonces emergió inconsciente del agua y flotó rio abajo. Exhalé unas cuantas veces para mentalizarme y solté la raíz que me mantenía a salvo, nadando con grandes brazadas hasta Yue. Llegué hasta él y lo acomodé con la cabeza fuera del agua, percatándome de su cabello ensangrentado.

Sellada -  Hilos del Destino IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora