CAPÍTULO 26

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Estaba acostada boca arriba sobre una mesa de piedra rectangular. Había niebla a mi alrededor y sentía frío.

Varias personas encapuchadas salieron de entre la niebla y se acercaron a mí. Me rodearon y me sujetaron de manos y pies con fuerza. Yo forcejeé y traté de liberarme de sus garras de dragón. No entendía lo que estaba pasando y el miedo comenzaba a invadir mi mente.

Entonces apareció otra persona encapuchada, quien dió un zarpazo y me arrebató la gema del cuello. A lo lejos escuché cánticos ritualistas y Yue apareció en mi campo de visión, observándome detenidamente con sus ojos de dragón manifestados. Ojos que reflejaban deseos de poder y sangre.

–¡Yue!–lo llamé en busca de ayuda.

Pero él no respondió. En vez de eso, desenvainó una daga y tomó impulso. Fue entonces cuando volví a escuchar esa voz en mi interior:

Nada es lo que parece ser...

Desperté agitada, siendo el techo de la cabaña lo primero que vi. Me senté con las piernas recogidas y comencé a respirar profundo y a peinarme el cabello hacia atrás para calmar mi corazón agitado. Luego me froté los brazos para entrar en calor y me repetí mentalmente unas diez o doce veces que todo había sido una pesadilla. Tratando de convencer a mi cuerpo que lo visto no era real pese a la sensación.

En cuando recobré la calma, noté que estaba sola dentro de la cabaña. Me puse de pié y salí.

–¡Yue!–gritó Danek a todo pulmón en dirección al bosque– ¡Yue!

–¿Qué sucede?

Me acerqué a él.

–Yue desapareció–respondió Danek, girando a mi dirección.

–No puede ser...–me preocupé.

–Quién sabe desde qué hora salió. Pero en su estado actual...

–No perdamos el tiempo–dije entonces.

Chiflé con los dedos y Shia acudió a mi llamado en su forma de fénix. Lo monté en el lomo.

–Busca en tierra–ordené–Yo lo haré desde las alturas.

–Entendido.

Agité las riendas y volé sobre el bosque, mientras que Danek desapareció entre los árboles, siguiéndome de cerca.

–¡Yue!–grité a pulmón

–¡Pedazo de dragón mediocre! ¡Responde! –gritó Danek.

Yo me reí por un momento ante tales gritos y agité las riendas para dirigir a Shia en otra dirección y abarcar más terreno.

Mi intuición me advertía que se aproximaba el peligro. El viento se sentía helado pese a ser primavera, y el cielo había vuelto a nublarse. Cambios en el ambiente que eran el resultado de una energía sobrenatural influyente. La misma energía que Yue desprendió ayer durante su media transformación.

Dos horas más tarde y sin rastro alguno, volví con Shia a la cabaña. Con la esperanza de encontrarme con Danek y que él hubiera tenido éxito en la búsqueda. Sin embargo, llegué y Danek no estaba en el punto de reunión.

–Quédate aquí por si acaso Yue aparece–le dije a Shia–Iré a buscar a Danek.

Di media vuelta y caminé entre los árboles, adentrándome en el bosque. Dicha acción incrementó aquella sensación de peligro que ya llevaba un rato persiguiéndome.

–¡Danek!–grité con las manos rodeando mi boca para intensificar el sonido–¡Danek!

Pero nadie respondió. En vez de eso, el bosque se enmudeció y sopló un viento gélido que caló hasta mis huesos. Los vellos de mi nuca se erizaron y miré alrededor, sintiéndome observada. Cual presa buscando a su depredador...

–¡Aknei!–escuché la voz de Yue.

Yo giré y corrí en dirección a la voz, llena de alegría y alivio. ¡Por fin lo había encontrado!

Aceleré la marcha y el viento me congeló las mejillas. Pero aquello no era relevante, sino mis intensas ganas de abrazar a Yue y llenarlo de besos. Esquivé unos cuantos árboles y entonces lo divisé de espaldas. Ahí estaba Yue: sano y salvo.

–¡Yue!–lo llamé, radiante de felicidad.

Yue giró en mi dirección. Y en cuanto llegué con él, me lanzó un puñetazo en la mejilla izquierda. Todo se volvió negro y caí al suelo. La cabeza me dio vueltas y luché por reaccionar, mientras que la risa de Yue reverberó por el bosque. Logré recuperar la lucidez y escupí la sangre que se acumuló en el interior de mi boca. Levanté la vista hacia él y sus ojos manifestados se fijaron en mí como un par de dagas. Caminó hacia mí y yo retrocedí instintivamente, arrastrándome en el suelo. El corazón me amenazó con estallar y el terror se apoderó de mi cuerpo, haciéndome temblar descontrolada.

–Yu...¿Yue?–tartamudeé, pasmada.

Dejó sonar una risa gutural y mostró sus manos, ahora transformadas en garras de dragón. Saltó sobre mi cual depredador y yo rodé y corrí lejos.

–¡No escaparás!–rugió.

Yo grité y redoblé mis esfuerzos por alejarme, sintiendo que estaba por alcanzarme. Zigzagueé por el bosque y busqué dónde esconderme, desorientándome en el proceso.

Yue me dió alcance al poco tiempo y me bloqueó el paso. Luego me tomó por el cuello con una mano y me estrelló de espaldas contra el tronco de un árbol. Me sacó el aire por el golpe y luché por no desmayarme.

Le rasguñé la mano y el brazo, al tiempo que pateaba con las pocas fuerzas que me quedaban. Yue apretó aún más mi cuello y yo comencé a desesperarme. Luego esbozó una sonrisa distorsionada y dijo:

–Aún no puedo creer lo fácil que fue traerte hasta aquí.

Yo me sorprendí y él continuó:

–Por fin harás mi sueño realidad...

Acto seguido, ladeó su barbilla y me besó, metiendo su asquerosa lengua en mi boca. Se separó y yo jadeé, tratando de recuperar el aliento. Yue se acercó a mi oído izquierdo y susurró:

–Pobre... ¿En serio creíste que estaba enamorado de ti?

El corazón me dio un vuelco.

–¿Qué dices?–logré articular.

–Tan ingenua e inocente... Incluso me conmoviste en varias ocasiones–rió gutural– Enserio te lo agradezco, Aknei. Disfruté el juego mientras duró.–prosiguió.

Los ojos se me llenaron de lágrimas y sentí que algo se sumía en mi pecho. Yue me miró divertido y lamió el costado de mi rostro, por donde escurrió una lágrima.

–De todas tus expresiones, las de confusión y traición sin duda son mis favoritas.

–Maldito...–le miré con desprecio–¡Me engañaste todo este tiempo!

–Y con tu sacrificio, querida, recuperaré mi poder y la última esperanza para poner fin a esta guerra se irá a la mierda.

–La joya... no te servirá–luché contra la asfixia–No podrás controlar su poder.

–Eso está por verse–respondió con confianza–Después de todo, los dragones somos los seres más poderosos que Tarott jamás ha conocido. Todos pagarán por haber tratado de extinguirnos.

Apretó con más fuerza y fui perdiendo el conocimiento. Mi vista se llenó de motas oscuras y los oídos me zumbaron.

–Dulces sueños, mi querida e ingenua guardiana Aknei– habló con voz seductora.

Acto seguido, Yue me hundió su puño en mi estómago y terminó por sacarme el aire restante. Me soltó del cuello y mi cuerpo se desplomó a sus pies. Lo último que escuché fue la risa macabra del traidor que un día prometió protegerme...

Sellada -  Hilos del Destino IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora