CAPÍTULO 17

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–¡Me has encontrado! –fingió sorpresa–E incluso sabes mi nombre. Interesante.

Agitó su vestido y se acercó a mí con calma. Examinándome.

–Tu presencia es inconfundible. Pero al parecer, solo querías que yo estuviera aquí. ¿Por qué?

Ariak embozó una sonrisa y levantó su mano izquierda. Se escuchó una serie de crujidos y al cabo de unos segundos, fuimos encerradas en una cúpula de hielo que ella creó con el agua del ambiente.

–¿Qué por qué te traje aquí? Simple. Quería ver con mis propios ojos a la tan aclamada guardiana de la Gotta. La que mi pueblo proclama "la salvadora de Tarott". Una auténtica Dea.

–¿Dea?

Se detuvo frente a mi y trató de intimidarme con su altura y mirada filosa. Yo me aparté de ella por precaución.

–Pero ahora que te tengo frente a mí, no veo nada más que una niña estúpida e ingenua que no tiene ni la menor idea de donde se ha metido.

–Ni siquiera me conoces.

–Te conozco más de lo que crees y sé que has sobrevivido todo este tiempo por pura suerte u obra del destino. Sin embargo, hay algo que no termino de entender...

Guardé silencio mientras seguí con la mirada a Ariak. Ya la había visto en combate y era letal. No podía permitirme bajar la guardia. Mucho menos cuando Yue no estaba.

–¿Por qué la Gotta elegiría a alguien como tú? –continuó–Alguien que nunca ha tomado la vida de otro. Alguien que no conoce nuestra lengua o cultura. Alguien que no sabe de nuestro pasado. Alguien tan débil y torpe que ni siquiera sabe cómo activar el poder de la Gotta a voluntad.

Yo tensé la mandíbula y ella cambió su rostro a uno frio y ausente de emociones.

–Pero descuida. No espero que me respondas–continuó diciendo–Después de todo, no importa lo que tu digas.

–Suficiente.

Ariak se rió.

–¿Crees que puedes venir a darme ordenes, mocosa insolente? Yo soy Zhineidea Ariak Kínolatth Eth Derhafiorhe. Segunda princesa del Reino de Susei. Portadora de los abanicos de Silatt y bendita por Arheos. Una de las guerreras más letales y sanguinarias que Tarott ha visto y temido.

–Creo más bien que tu olvidas a quien te diriges.

–¿A si? –se burló–¿Y a quien me dirijo?

Yo sonreí.

–A mí. A quien detendrá la guerra que tú, pese a tus grandes títulos y atributos, no pudiste detener.

Ariak se desestabilizó.

–Mucho alarde para alguien quien su nombre no puede ser pronunciado por vergüenza.

–Tu no estuviste ahí–entre cerró los ojos Ariak.

–No. Pero ahora ya sabes por que yo soy la nueva guardiana de la Gotta.

Ariak enfureció y sus ojos azules se incendiaron cual llamaradas. Comenzó a atacarme con combinaciones de puños y patadas mientras que yo esquivaba y absorbía uno que otro golpe suyo. Ambas hacemos distancia y Ariak creó un par de decenas de picos de hielo. Los lanzó contra mi y yo levanté una pequeña muralla de energía para protegerme, usando instintivamente el brazo izquierdo.

Los ojos de Ariak se abrieron más por la sorpresa. Pero no era mi ataque lo que la había sorprendido. Sino que la Gotta se había activado, respondiendo a mí.

Sellada -  Hilos del Destino IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora