CAPÍTULO 12

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A la mañana siguiente, Yue y yo emprendimos nuestro camino colina abajo para llegar a la playa. Y durante el viaje Yue se comportó particularmente amable y protector. Un poco más de lo habitual. Como si fuera una forma de compensar lo bruto que había sido ayer conmigo. Para ser honesta, no estaba segura de como responder ante sus muchos cuidados.

–La verdad es que sigues sorprendiéndome–dijo entonces–Aún no puedo creer que viajaste al pasado.

Yo encogí los hombros.

–Si tu estas sorprendido, yo estoy el doble–respondí–Todo esto es nuevo para mí. Desconozco como lo hice.

–Para ser honesto, también yo lo desconozco. Ariak nunca mencionó algo sobre una habilidad para viajar en el tiempo. Es posible que sea un poder que la Gotta eligió para ti.

–¿Estas diciendo que la joya elige los poderes?

–Algo así. En si la Gotta es un potencializador de energía. Pero cuenta la leyenda que la joya se queda con una parte de tu alma a cambio de ese descomunal poder. Si la leyenda es cierta, eso quiere decir que algún guardián del pasado tenía la habilidad de viajar en el tiempo y la Gotta decidió darte ese poder.

Quedé pasmada.

–Sin duda es una joya llena de secretos–continuó–Así que, por el momento sugiero que la mantengamos inactiva hasta que estemos en un lugar seguro.

–Tu eres el experto.

Yue asintió y me pasó un par de frutos guinda parecidos a las manzanas, pero que sabían a durazno. Él comió su ración y nos compartimos el agua de su cantimplora de piel.

Con forme bajamos la colina, los grandes árboles negros repletos de nieve fueron disminuyendo, así como la nieve bajo nuestros pies se hizo cada vez menos densa. Yue había comentado que estábamos a finales de Yul, el invierno de Tarott, lo cual fue una suerte para mí. Jamás había visto la nieve.

–A este paso llegaremos a la playa al anochecer–dijo Yue– Ahí usaremos un bote para cruzar el mar y llegar a las costas de Ileyan

–No sabía que todavía debíamos cruzar un mar–respondí extrañada.

Yue se agachó. Tomó una varita y dibujó tres figuras amorfas en la nieve. Dos chicas y una grande.

–Estamos justo aquí, en la Isla Surett–señaló la figura pequeña de la izquierda–Y debemos llegar aquí, a la Isla del Eclipse–señaló después la figura pequeña de la derecha.

–Si que es un viaje largo–exhalé.

–De tres meses aproximadamente si llegamos por Ileyan y cruzamos Tarott por el norte.

Suspiré.

–Así que: al mal paso darle prisa. Y sobre todo en esta isla. No me gustaría encontrarme con las criaturas que habitan aquí.

–Me imagino porque trataran que robarnos la Gotta.

–Pequeña guardiana. No hay ser en esta tierra que no codicie esa joya.

–En ese caso, no dejaré que nadie se le acerque.

Yue sonrió ante mi determinación y asintió. Luego borró los dibujos con el pie y quemó la varita en su mano para evitar dejar algún tipo de aroma, igual como hizo con mis prendas humanas.

El resto del viaje fue ameno. Yue y yo matamos el tiempo platicando de cualquier cosa: Desde comida favorita hasta experiencias chuscas o vergonzosas. Era muy fácil hablar con él. Me generaba tranquilidad y confianza. Algo extraño para tener unos cuantos días de conocerlo, si es que lo miraba desde otro ángulo.

Sellada -  Hilos del Destino IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora