Capítulo 5

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"Hubo huracanes, y besos mortales tormentas de sueños

Encima de mar este amor, perdí por completo el temor"

~ Pandora.

Febrero, 6 años atrás

Apoyo mi hombro sobre el marco de la puerta y desde el umbral veo a Alex concentrado, tecleando velozmente sobre su portátil. El aún no ha notado que estoy aquí. Fijo mi atención en las paredes de su habitación. Es curioso cómo, con un par de sus pertenencias el lugar ya se sentía como suyo; Posters de músicos a los que admira, sus instrumentos y una antigua consola que Roxanne le había regalado. Y si lo comparaba con la mía, solo encontraría mi portátil, mi ropa y algunos libros. Con las mudanzas, yendo y viniendo, me adapte a solo contar con un baúl que contenía lo más importante. Lo demás restaba, lo donaba o terminaba vendiendo.

Vuelvo mi atención sobre Alex. Es mi hermano mellizo. Nacimos el mismo dia y compartimos muchos gestos, gustos y somos muy apuestos. Pero contrario a lo que cualquiera diría sobre su hermano mellizo, a mí se me dificultaba cruzar esa puerta.

Una línea que no me atrevía a cruzar sin antes sopesar la idea.

Cuando éramos niños llevarnos bien no siempre fue fácil. Y empeoro cuando comenzaron las mudanzas. Nunca un lugar fijo. Ni tiempo compartido. Muchas veces fui yo, en mi habitación, el en la suya y una incalculable distancia entre ambos.

Alex solía alejarse, mucho. Principalmente, porque siempre fue más sensible al mundo. Con los años y tras mucha investigación, entendí que el sentía a través de la música y de esa manera media la vitalidad de las personas, con melodías musicales. Pero no era algo que podía expresar sin meterse en problemas.

Solía preguntarme si entendía una canción, y cuando le respondía "muy linda letra" el rodaba los ojos, como si de alguna manera no apreciara lo que el miraba. Luego empezó a hablar más con Roxanne, y menos conmigo.

Me sentía excluida.

Y él se aislaba cada vez más.

Recuerdo que me desespere. Y pedí a mi mamá que me inscribiera en clases de canto. Ese verano, cuando no vimos de nuevo, emocionada le comente lo mucho que había aprendido. Quería mostrarle cuanto amaba la música. Como él.

Pero...

Me frenó el odio de su mirada. ¿Puede alguien imaginar la sensación de que tu mellizo te odie?

La persona que más quieres en el mundo...

Yo tenía ocho años. No podía entender lo que él estaba viviendo en aquel momento.

Cualquiera hubiese dicho que era un niño encantador y sociable, pero solo decía aquello que los demás querían oír. El me lo confeso una vez. Me dijo que si quería sobrevivir bajo las condiciones impuestas, debía hacerlo. Ser un títere.

Teníamos doce.

Y comprendí lo que él me quiso decir. Ambos éramos títeres de la complacencia. Diferentes, pero iguales. Con la triste verdad que nos acobijaba.

Él podía vivir sin mí.

Es por eso que me encuentro a un paso de la indecisión. Entre la disyuntiva de regresar y seguir con mi vida, o saltar y arriesgarme a luchar. Ante la posibilidad de que duela el proceso. O termine haciendo el ridículo.

Vamos Ally, si no lo haces tú, él nunca te buscara. De todas maneras, está siendo todo un ocioso últimamente. ¿Qué tan difícil puede ser?

Amor en EmergenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora