Capítulo 2

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"La magia del primer amor consiste en nuestra ignorancia de que pueda tener fin"

Benjamin Disraeli


Enero, Seis años atrás.

Odio el frio.

Mucho.

Una relación de amor y odio, para ser sincera.

Extraño mucho California y sus calurosos atardeceres. ¡Todo lo divertido lo encontraba a la vuelta de la esquina! El viento refrescando tu rostro a medida que corres por la mañana. Solía vivir en Santa Mónica y gozarme todos los días. Caminatas por la playa y la posibilidad de zambullirme en el mar cuando la temperatura alcanzara grados inhumanos. Aunque claro, la vida la solucionas con un helado (tamaño melancolía) o un paseo en bici.

Aunque...

Lo que realmente extraño es sentirme cómoda conmigo misma.

La incertidumbre ante lo que me debo enfrentar en esa nueva etapa es lo que no me deja dormir por las noches. Atrás quedaron mis rutinas y la poca estabilidad que había conseguido. Roxanne cree que es por mis amistades y un "casi novio" que deje en L.A. Podría solucionarlo con una video llamada, pero está lejos de mi lista de preocupaciones.

Suelo ser muy optimista y enfrentarme a las dificultades con una sonrisa y mucho entusiasmo.

Más de lo que recomienda el doctor.

Pero en esta ocasión me es más difícil. Fue una decisión que acepte, no sin antes darle muchas vueltas a mi cabeza. Me plantee todos los pros y contras de mudarme al otro lado del país y convertirme en una paleta de helado.

Los pros tienen que valer la pena.

Inicialmente fue una idea de mi tía. Quien considera que ha sido su mejor idea en años, pese a que la casa parezca caérsenos encima, que la calefacción se haya dañado el día que nos mudamos y que ahora tenga que convivir con mi hermano mellizo, todo parece marchar bien en este congelador humano.

Recuerda Ally, ve el lado positivo.

Acabo de iniciar mi segunda semana en un instituto local. Y considerando que estoy pisando la última mitad de mi fase en la secundaria, las personas han sido muy agradables. Leí en un blog que las personas en Cleveland suelen ser muy amistosas y acogedoras. He tenido la oportunidad de comprobarlo. Incluso recibí un pastel de una vecina. Sin embargo, sigo sintiendo ese golpe de tambores en mi cabeza que no me permite relajarme del todo. Una alarma; Esa horrible sensación de que todo esa yendo demasiado bien para alguien como yo.

Una espina que ni tres tazas de té de tilo permite que logre cerrar mis ojos. El cambio de horario tampoco es de mucha ayuda. Y he considerado aprovechar mi falta de sueño para hacerme de una nueva rutina: Correr por las mañanas.

Excelente idea Ally, así no morirás por estrés o falta de sueño. Por supuesto que me di unas palmaditas en la espalda al ir a la tienda y comprar ropa deportiva para invierno. Lo que no considere fue que no conozco nada más que la calle en la que vivo.

Y resulta que en todas las casas en esta zona son sacadas de una fotocopiadora. A excepción de una casa en neón de la señora que regala pasteles y la casa de la familia de rubios bulliciosos. Más allá de eso, no conozco a nadie.

Y se preguntaran ¿Por qué no he utilizado el GPS de mi teléfono?

Lo hice, no soy tonta. Pero nací con una maldición. Todos mis teléfonos terminan estropeándose o son poseídos por quien sabe que mala vibra. Lo que me tiene perdida en medio del parque.

Amor en EmergenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora