El Fuck Boy (EDITANDO)

Cambios

Vi a henry llegar, me sorprendió verlo es se acercó con una cálida sonrisa y me besó. Al separarnos del beso, él me mira a los ojos y, por un instante, siento que el mundo se detiene.

—¿Qué haces aquí? —pregunto, sintiendo que una sonrisa tonta se dibuja en mi rostro.

—Soy uno de los chicos de intercambio. Quería sorprenderte —dice Henry, mientras juega con un mechón de mi cabello.

Dylan, que está a unos pasos, me observa con una mezcla de sorpresa y enojo. La mirada de Henry me llena de confianza y emoción, como si todo el drama con Dylan se desvaneciera en el aire.

—¿Cómo te va aquí? —pregunto, intentando ignorar la tensión en el ambiente.

—Muy bien, ya he hecho algunos amigos y me encanta el lugar. Pero lo mejor es que ahora estoy aquí contigo —dice, sonriendo.

En ese momento, un grupo de chicas se acerca a nosotros, sus ojos brillando de curiosidad. Entre ellas está Malenie, la chica que había estado abrazando a Dylan antes.

—¿Quién es ella? —pregunta una de las chicas, mirándome con desdén.

Henry se tensa un poco, pero me agarra de la mano, como si dijera "no te preocupes". La presión de su mano me reconforta.

—Esta es Issy, mi amiga —responde, manteniendo la mirada firme.

Las chicas intercambian miradas, y Malenie frunce el ceño. Me doy cuenta de que la situación es incómoda, pero intento mantener la calma.

—Bueno, Henry, nos vemos luego —dice Malenie, dándole una mirada significativa.

Henry se despide y, al girarse, me lanza una sonrisa que me hace sentir mariposas en el estómago.

—¿Listos para la clase? —dice Jhon, interrumpiendo mis pensamientos.

—Sí —respondo, tratando de mantener la compostura.

Mientras caminamos hacia el aula, no puedo evitar sentir que los ojos de Dylan siguen fijos en mí. Me vuelvo a mirar, y en ese instante, veo una chispa de rabia en su mirada. Me muerdo el labio, sintiendo un torbellino de emociones.

La mañana avanza y las clases se suceden. En la hora del almuerzo, Jhon me observa con curiosidad.

—¿Cómo te sientes, Issy? —pregunta, mientras me sirve un poco de su ensalada.

—Confusa, supongo —admito, mirando hacia la mesa donde Dylan y Malenie se ríen juntos.

—Olvídate de ellos. Tienes a Henry, que parece un buen chico —dice Jhon, animándome.

Asiento, pero el nudo en mi estómago no se disipa. A medida que avanza la semana, Henry y yo comenzamos a pasar más tiempo juntos. Nos reímos, hablamos de nuestras vidas, y aunque siempre está la sombra de Dylan, cada momento con Henry me hace sentir viva.

Un día, después de clases, Henry me invita a dar un paseo. Caminamos por el parque cercano y el aire fresco me llena de energía.

—¿Te gustaría venir a una fiesta este fin de semana? —pregunta, mirándome con esos ojos que me hacen sentir como si pudiera volar.

—¡Claro! —respondo, sintiendo que mi corazón late más rápido.

La noche de la fiesta llega, y Jhon me ayuda a prepararme.

—Vas a deslumbrar a todos, estoy seguro —dice, dándome un guiño mientras me coloca un collar que combina con mi vestido.

Llegamos a la fiesta y la música resuena a nuestro alrededor. Al poco tiempo, veo a Henry al otro lado de la sala. Mi corazón da un vuelco cuando se acerca, su mirada brillante.

—¡Wow, te ves increíble! —dice, extendiendo su mano para acariciar suavemente mi brazo.

—Gracias, tú también te ves genial —respondo, sintiéndome tímida pero emocionada.

La música suena y comenzamos a bailar, riéndonos y disfrutando del momento. A medida que bailamos, me doy cuenta de que mis problemas con Dylan parecen tan lejanos.

Pero, de repente, lo veo. Dylan aparece en la fiesta, con Malenie a su lado. Se ríen y parecen tan felices que un escalofrío recorre mi espalda. La risa de Dylan resuena en mis oídos y, por un momento, la incertidumbre me asalta.

Henry, notando mi distracción, me toma de la mano.

—¿Todo bien? —pregunta, su tono lleno de preocupación.

—Sí, sólo... sólo es Dylan —respondo, tratando de no parecer tan afectada.

—No dejes que te arruine la noche. Estoy aquí y no voy a dejar que eso pase —dice con firmeza.

Asiento, sintiendo que su confianza me envuelve como una manta cálida. La música sigue sonando y, mientras continúo bailando con Henry, me doy cuenta de que no tengo por qué quedarme atrapada en el pasado. Este momento es mío y estoy lista para disfrutarlo.