Escuché la alarma y no se callaba, William habló:
–Apaga eso ya, que tengo sueño.
Estiré la mano agarré el celular y apagué la alarma. Nos quedamos dormidos otra vez, después me desperté y eran las ocho me levanté muy despacio para no despertar a William, entré al baño, hice mi rutina diaria, cuando salí William seguía dormido, parecía un ángel, baje a la cocina le prepare un café, fruta, pan y huevo. Lo puse en una bandeja y subí a la habitación:
–Buenos días William.
No me respondió solo se movió un poco, puse la bandeja en una mesita y grité:
–¡WILLIAM!
Cuando escuchó el grito se levantó corriendo y se cayó de la cama, no pude evitar reír él frunció el ceño:
–¿Por qué hiciste eso?
–Es que no te despertabas. – lo dije entre risas.
–Así que te gusta reírte.– lo dijo con un tono sarcástico.
–¿Qué?
Antes de que pudiera correr me tomó de la cintura me subió a la cama, se puso sobre mí y comenzó a hacerme cosquillas, yo me reía, gritaba, pataleaba y él se reía, tenía una sonrisa hermosa. Después de unos minutos paró y me levanté por la bandeja:
–Te traje el desayuno.
–Gracias, ¿Y tú ya desayunaste?
–No tengo hambre.
–¿Por qué?
–No lo sé.
–Tienes que comer, te vas a cansar en el recorrido.
–Pero no quiero.
–No digas más.
Agarró el tenedor, tomó una fresa y la llevó a mi boca:
–Ábrela.
–No quiero.
–Madison no me hagas enojar que hoy nos levantamos de buen humor.
Reí, abrí la boca y él metió la fresa, desayunamos juntos después llevé los trastes a la cocina en lo que William se preparaba, cuando bajó, salimos de la casa hacia las caballerizas, estaban entrando a un caballo que estaba muy asustado, no podían meterlo a su establo entonces William corrió y comenzó a ayudar, yo fui hasta ahí y William me dijo:
–Madison no te acerques es peligroso.
–No lo es.
–¡Madison!
No hice caso me acerqué al caballo y lo miré a los ojos poco a poco se fue calmando, después lo acaricie y les dije:
–Denme la cuerda.
–Pero patrona.
–Les estoy diciendo que me den la correa.
Todos voltearon hacia William y él asintió. Me entregaron la cuerda, caminé al lado del caballo y lo acaricié, lo metí a su establo y se quedó tranquilo. William se acercó y me dijo:
–¿Qué hiciste?
–Nada, supongo que le di confianza.
–Ok, Juan prepare dos caballos.
–William.
–¿Qué?
–Quiero montar este caballo.
–¿¡Estas loca o que!?
–Por favor. – puse cara de perrito.
–No Madison, es peligroso.
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UN MATRIMONIO FORZADO
RomanceMadison Miller una chica muy linda de 23 años, vive en un rancho junto a sus papás, todo iba bien, pero se enteraron de que su padre está enfermo, los costos de su tratamiento han sido muchos y pueden perder el rancho, es aquí donde llega William Mi...