CAPÍTULO 13

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Estábamos comiendo y mi celular sonó:

–¿Quién es? – preguntó William.

–Kate.

–A ésta hora tu hermano ya debió haberle pedido perdón.

–Sí.

–Contesta.

Tomé el celular y contesté:

–Hola Kate.

–Te voy a matar como pudiste decirle.

–Lo hice por los dos así que no me reclames.

–¡Gracias! Adivina qué.

–¿Qué pasó?

–¡Me pidió matrimonio!

–¡Felicidades!

–Gracias, te dejo que sigas yo tengo muchas cosas que hacer.

–Bye.

–Bye.

Colgué la llamada:

–¿Qué pasó?

–Matthew le pidió matrimonio.

–Al parecer ya arreglaron sus cosas.

–Sí.

Llegó una de las cocineras y le pusó una hamburguesa a Ryan en el plato, el olor de la hamburguesa me dió asco, me levanté, subí las escaleras corriendo, escuché pasos detrás de mí, llegué a la habitación, entré directo al baño y regresé todo lo que había comido sentí las manos de William que me agarraban el cabello, cuando termine jale de la cadena de la taza y me senté a un lado:

–¿Ya estás mejor?

–Sí.

–Vamos a ver a un doctor.

–No, William estoy bien.

–Pero Madison.

–Pero nada ya te dije que estoy bien. – me levanté rápido y tuve un mareo William me detuvo antes de que cayera al piso, me cargó hasta la cama:

–Voy a llamar a un doctor.

–No, creo que tengo una ligera sospecha.

–¿De qué?

–De que estoy embarazada.

Se le formó una sonrisa en la cara, se acercó a mí y me beso, me levanté y abrí un cajón, saqué una cajita con una prueba de embarazo, la abrí, seguí todos los pasos, la dejé en el lavamanos, salí y me senté junto a William:

–Tenemos que esperar cinco minutos.

–Tanto.

–Sí William.

Estábamos impacientes yo jugaba con el anillo de bodas mientras William daba vueltas por la habitación, era uno de los momentos donde el tiempo tardaba miles de años:

–Madison ya pasaron los cinco minutos.

–Vamos. – Lo tomé de la mano y lo llevé conmigo al baño.

Las manos me temblaban, tome la prueba y no la mire, tenía miedo, aunque sabía que William no me dejaría sola fuera cual fuera el resultado.

–¿Qué pasó Madison?

–Míralo tú, no puedo.

Tomo la prueba entre sus manos y no tenia expresión en la cara, eso me preocupó aún más:

–¿Qué pasa William? – tenía la cara seria pero la cambio por una sonrisa.

–¡Vamos a ser papás!

–¿En serio?

–Sí, mira.

–¡Vamos a ser papás!

Me tomo de la cintura, me levantó, dimos vueltas y me beso, se hincó en el piso, me besó el vientre y dijo:

–Hola bebé, soy tu papá, sabes, nos haz hecho muy felices a tu mami y a mi, siempre te vamos a querer, a cuidar y proteger.

Cuando dijo eso me dio tanta felicidad que comencé a llorar, William se levantó y me acarició una mejilla:

–¿Por qué lloras amor?

–No, lo sé.

Me abrazó, le correspondí el abrazó, me cargó hasta la cama y me acostó, se subió a un lado y puso su cabeza sobre mi vientre:

–¿Si fuera niño cómo te gustaría que se llamara?

–Alex.

–Es un nombre lindo.

–¿Y si fuera niña a ti cómo te gustaría que se llamara?

–Emily.

–Ese nombre es perfecto.

–William, tenemos que darle la noticia a Ryan.

–Sí, hay que decirle ahora.

Salió de la habitación, unos minutos después entró con Ryan:

–Hola mami ¿Te sientes mejor?

–Sí príncipe, tenemos que decirte algo.

–¿Qué?

–Ryan vas a tener un hermanito.

–O hermanita.

Sus ojos se cristalizaron, salió del cuarto, no dijo nada:

–William voy a hablar con él.

–No, es mi turno de hablar con él, una charla de padre e hijo.

–Está bien.

William salió del cuarto, hacia el de Ryan, la curiosidad me estaba matando, me levanté de la cama y fui me quedé afuera para escuchar pero me escondí para que no me vieran, escuché:

–Hola campeón.

–Hola papi. – dijo con un tono de tristeza.

–¿Qué pasa, por qué te pusiste así?

–Es que ustedes ya no me van a querer.

–No digas eso, nosotros siempre te vamos a querer, tu vas a ser nuestro hijo mayor y nos vas a ayudar a cuidar a tu hermano o hermana.

–Pero tengo miedo.

–¿Por qué?

–No quiero que le pase lo mismo que a mí otra mamá.

–Eso no va a pasar, porque aquí vamos a estar nosotros para cuidarla ¿Verdad?

–Sí.

Me sentí triste por todo lo que decía me fui a la habitación, me subí a la cama y comencé a llorar, unos minutos después entró William con Ryan a la habitación:

–¿Qué tienes amor?

–Nada.

Ryan se acercó a mí y con sus deditos me quitó las lágrimas de los ojos:

–No llores mamita, nosotros te vamos a cuidar.

–Lo sé pequeño.

Se acercó y me abrazó, le di un besito y bajamos a ver una película en la sala, las hormonas del embarazo me hacían llorar por cualquier cosa, cada que pasaba algo en la película lloraba, William y Ryan me abrazaban, se hizo noche y nos fuimos a dormir, estaba dando vueltas en la cama no podía dormir:

–Madison vas a quebrar la cama de tanto moverte. – dijo con voz adormilada.

–Me estás diciendo que estoy pesada. – comencé a llorar.

William prendió la luz y se acercó a mí:

–No yo no te dije eso.

–Pero lo insinuaste.

–Tampoco, no llores estás más hermosa que nunca.

–Ajá.

–¿Estás enojada?

–No. – dije con un tono frío.

–Perdóname Madison ¿Si?.

–Solo si me traes helado de chocolate ¿Por favor?

–Te va a hacer daño, es muy noche.

–Por favor. – puse cara de perrito.

–Bien.

Se levanto de la cama medio dormido, chocó con la puerta, me reí, él frunció el ceño, me senté a esperarlo, unos minutos después regresó con un bote de helado y una cuchara:

–Aquí esta.

–Gracias amor.

Se sentó a mi lado, comencé a comer cuando termine puse el bote en la mesita:

–No quieres nada más.

–No, gracias.

Me acosté, William me tomó de la cintura y me atrajo hacia él.

UN MATRIMONIO FORZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora