—Welcome to the jungle Anna —el profesor Gabriel Brown de la clase de historia me esperaba con los brazos abiertos en el pasillo.
—Su santidad —dije como referencia a su muy apegada vida religiosa, de ahí su nombre de Gabriel.
Sin dudar correspondí a sus brazos abiertos. Un acogedor abrazo entre una estudiante y un profesor puede ser mal visto por muchos en la universidad, pero Gabriel y yo llevábamos una estrecha relaciona estudiante-profesor. Gabriel aspiró por su nariz una cantidad de aire adsorbiendo mi fragancia.
—Que delicia de aroma Anna Rose —en el abrazo fraternal acercó su nariz a mi cuello como si un vampiro fuese —espero verte en clase, no llegues tarde.
—Ahí estaré —le respondí aun estando él con sus manos extendidas y apoyadas en mis hombros.
Nuestros caminos cruzaron y a medida que me alejaba no pude evitar pensar en lo extraño e incómodo que fue su reacción a mi olor. Sentada en la clase de Gabriel miraba por la ventana, pensativa y medio ida recordaba a Camila junto a mi haciendo anotaciones con sus perfectas letras. Mis pensamientos y recuerdos amenos de Camila fueron interrumpidos al ver a través de la ventana a un hombre con una sudadera y capucha, él estaba en el jardín de la universidad observándome un tanto retador. La capucha tapaba parte de su rostro excepto su barbilla.
—Buenos días clase —Gabriel Brown había llegado de repente al salón de clase, provocándome de esos sustos que son cortos pero que paralizan el corazón.
Mi mirada volvió rápidamente al jardín percibiendo la ausencia del misterioso hombre.
—Abran sus libros en la página... —la voz del profesor se perdía como si de su boca no saliese ni una sola palabra, pero sus labios aun se movían mientras yo trataba de rastrear al hombre de la capucha.
—Anna rose ¿Estas bien?
—Si, estoy bien profesor Gabriel.
—De acuerdo, continuemos.
Durante la clase mi mente estaba en otro lugar tratando de armar el rompecabezas con pocas piezas, su aparición en la universidad significaba algo, presentía que me estaba vigilando y él quería que lo supiera.
—¿Segura que estas bien Anna? —insistió Gabriel mirando por la ventana.
—Estoy bien, solo estoy un poco distraída.
—Ok, pero trata de poner tu concentración en la clase por favor.
Los minutos pasaban lentamente, miraba correr el tiempo en el reloj de la pared. Ansiosa e impaciente deseaba ver terminar la clase, quizás afuera podía encontrar alguna pista.
—Muy bien, la clase ha terminado —dijo Gabriel mientras apagaba el proyector.
Al instante el ruido de las sillas y las voces de los presente hacían estruendo en el salón, tomé mis cosas y me dirigí con prisa al jardín. En los alrededores no había nadie mas que yo, me incliné para tomar un papel doblado en forma de elefante justo donde estaba el sujeto de sudadera. Al abrir el origami leí el texto que había en el, que decía: navegar en aguas desconocidas puede ser peligroso, el camino suele ser incierto y las profundidades aterradoras y solitarias. Por cierto, los elefantes son adorables ¿No crees?.
Yo le temía a los elefante producto de un accidente cuando era una niña, solo Camila y mis padres conocían mi mas profundo miedo. Detrás de sus palabras había un verdadero mensaje, trataba de asustarme para evitar que husmeara en las desapariciones, aquel hombre parecía conocer mi forma de pensar, anticipaba mis movimiento mucho antes que yo lo hiciera.
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Secuestrada
Детектив / ТриллерEn las calles tranquilas de Oxford un hombre con máscara de gas acecha hermosas mujeres, tras el misterio de las desapariciones Anna Rose, hija de un oficial de policía se ve obligada a resolver el misterio ya que su mejor amiga no volvió a casa dur...