Capitulo 1. Página 1

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Como era de costumbre, durante las vacaciones salí a correr un poco en las calles solitarias del vecindario. La mañana estaba fría en Oxford, lo que me costaba un poco respirar, el aire caliente salía por mi boca y al tener contacto con el frio se hacía un leve vapor. Sin darme cuenta alguien me seguía, no pude ver su rostro ya que traía una sudadera con capucha, aceleré el paso un poco mas para perderlo pero a medida que corría con mas fuerza aquella persona también lo hacía.

Mis pulmones estaban apunto de colapsar asique me detuve para recuperar un poco de fuerza para continuar corriendo, al darme vuelta para verificar si aun estaba siendo perseguida el hombre con sudadera ya no estaba por ningún lado, mientras tomaba un poco mas de aire miraba a los alrededores sin encontrar alguna señal del sujeto. 

Volví a casa con la extraña sensación de ser observada, abrí la puerta y dejé descansar mis pies en el piso de madera. 

—Madre, ya llegué —no hubo respuesta. 

—¿Mamá? —parecía ser que no había nadie mas que yo.

Caminé tan sigilosamente como si fuese un felino. La incertidumbre de no tener respuesta de mi madre me daba una mala sensación ya que ella siempre permanecía en casa. Al dar un vistazo en la sala la encontré hablando por teléfono mirando minuciosamente por la ventana, se dio la vuelta y en su rostro se reflejaba preocupación, asombro y espanto. 

—¿Pasa algo mamá? —pregunté con mucha curiosidad, algo no andaba bien. 

—Anna, ha pasado algo y tiene que ver con Camila Stone —mi madre buscaba las palabras correctas para que la noticia no me golpeara tan fuerte.

—Ya dime que está pasando.

—Camila no ha vuelto a casa hace unas noches, está desaparecida —juntó sus manos y continuó hablando —pero ella no es la única que ha desaparecido, dice tu padre que hay reportes de tres chicas más que han desaparecido estos últimos días.

—No puedes estar hablando enserio —aun no asimilaba la noticia —Camila no suele salir de casa ¿Cómo puede desaparecer de la noche a la mañana?

—No lo se, tu padre ya se está encargando de eso —dijo tocando mis hombros para calmarme  — no olvides que él es un buen oficial. 

—¿Hablabas con él en el teléfono?

—Si, me llamó desde su oficina, dice que debes tener cuidado cuando salgas —entonces recordé aquel sujeto que me perseguía esa mañana.

—Por su puesto, lo tendré.         

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