Die For You

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Canción: Die For You-The Weeknd

Así que era eso, ahora no tenía más opción, confesarse o morir.

Miró con cansancio los petalos naranjas que flotaban tranquilos en el agua del retrete, como si no acabaran de ser expulsados dolorosamente de su cuerpo, como si no significaran una sentencia, una cuenta regresiva que lo obligaba a exponer su corazón.

Cerro los ojos echando la cabeza hacía atrás, apoyandose en la pared del baño de su casa. Llevaba tres días sin dormir, su garganta, estómago y pecho le dolían, ni hablar de su humor en ese momento.
Sonrió con ironía.

-Al final si moriré por ti, idiota.

La gente solía decir eso de manera romántica «moriría por ti», a él le parecía ridículo, morir por alguien no solucionaba las cosas, en cambio si ambos buscaban la solución no tendría que haber muertes de por medio. Pero claro, hacerlo era más difícil que decirlo.

Había guardado esos sentimientos por tanto tiempo y ahora regresaban a él en forma de pétalos de gerbera.

No estaba en la posición para ser orgulloso, tendría que guardar su miedo e ir al Instituto a pesar de que ya había pedido unos días libres a causa de la enfermedad. Al principio solo era una tos recurrente, pero con el tiempo el no poder respirar, cansarse por simples movimientos, el dolor crónico en el pecho y finalmente los petalos, era tan evidente que nisiquiera tuvo que procesarlo.

Tomó su bufanda y salió en dirección al lugar dónde sabía que él estaría.

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Durante el camino se preguntó como había llegado hasta ese punto, se presentó la respuesta que muchas otras veces vago por su mente, pero nunca de forma conciente. Quizá era su amabilidad, la manera en que parecía estar listo para todo, el sacrificio que había hecho, la ligera sonrisa que se mostraba sincera ó el conjunto de todo ello.

No sabía cómo lo enfrentaría, buscaba la manera de expresar el sentimiento que tenía, pero todo parecía demasiado vergonzoso, incluso en esa situación su orgullo se alzaba alto.

Pero la verdad era inegable, no podía decir que no lo amaba, porque lo hacía, era lo que le había llevado hasta ahí, era lo que le impulsaba a bajar del camión en ese día tan frío, lo que lo hizo tocar el hombro de Yagi y llevarlo a un salón vacío, prestando poca atención a la mirada sorprendida del rubio, seguramente por encontrarlo ahí aún cuando había dicho que no asistiría.

Sería difícil comunicar los sentimientos que tan celosamente había guardado pero esta vez le diría la verdad.

Cerró la puerta del salón y en los movimientos más lentos y suaves que en su vida había dado miró directamente a sus ojos azules.

Una corriente recorrió su cuerpo, y en la profundidad de las cuencas frente a él encontró valor.

-¿Necesitabas algo Aizawa-kun? No deberías haber venido si estás enfermo. Es mejor que descanses, te aseguro que te cubriré bien.

-Yagi-

Su voz sonaba tan seria como siempre, pero el rubio pudo percibir algo diferente, duda ó tal vez miedo acentuado por la ronca voz a causa de su lacerada garganta. Lo que sea que el pelinegro dijera sabía que era importante. Guardó silencio y esperó.

-Yo... tengo algo que decirte.

-Adelante Aizawa-kun

Era el momento, tenía que revelar los sentimientos a su amor no correspondido antes de que las flores lo mataran, pero repentinamente una tos intensa lo detuvo. Sabía que seguía a continuación, sentía los pétalos correr por su garganta, la tos era muy intensa, tanto que Yagi se asustó y corrió a sostenerlo. Lo que menos quería Aizawa era que lo viera en ese estado, que supiera a que punto había llegado su obsesión.

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