—¿No crees que son bonitas? —susurró Hvitsark a su lado. Kirjath asintió acurrucándose más contra el cuerpo ajeno, sintió su piel cálida contra el pecho y elevó la mirada a la inmensidad de estrellas que iluminaban su tierra. Las orbes claras del Omega se apagaron suavemente por el sueño que lo atormentaba, sin embargo, siempre pensó que las estrellas eran blancas, pero ahí estaban de todos colores. Eran tan puras y lejanas que el viento cálido contra su cabello le causó lágrimas en los ojos. El aire traía consigo el aroma a corteza, a tierra y pasto húmedo. Su cuerpo se sentía tan a gusto en aquel lugar que la emoción le combatió el pecho—. ¿Está bien, Omega?
—Jamás sentí tanta paz en mi pecho como ahora —susurró, la voz se le quebró y no pudo comprender el por qué de sus lágrimas—. Solo... quiero llorar mucho.
—Creo que la naturaleza cautivó tu alma —murmuró haciéndose un poco de lado para ver el rostro del minino, ambos quedaron enfrentados y las cristalinas gotitas caían por las mejillas rojas de Kirjath. El cambiaformas sonrió y suavemente limpió una con el dedo—. Llora todo lo que quieras, cariño, es bueno sacar el dolor que atormenta tu pequeño y cálido corazón. Si aguantas mucho un día explotarás como la chispa de un fuego intenso, solo... mantén tu luz pacífica.
El castaño no dijo nada, su naricita se escondió en el cuello del hombre y descansó sus penas en aquel estrecho lugar. Los brazos que lo acurrucaban lo sostenían fuerte y apenas tenía espacio para soltarse. No le disgustó, sentirlo cerca de su cuerpo le causaba un llanto incomprensible y una calidez aterradora en el pecho. Kirjath creyó que moriría ahí mismo, que en realidad ya estaba muerto y aquel momento solamente era un anhelo de sus deseos en vida. Todo lucía tan terriblemente hermoso y solitario a su alrededor que tal vez se sintió desconfiado de su cabeza. ¿Era aquello real? ¿Estaba muerto? ¿Había matado a su Alfa, a su cachorro y así entre tantas penurias arrastró su propia vida? No oía a su omega y tampoco quiso tenerlo a su lado, el minino apretó las manos en el pecho ajeno y sus lágrimas mojaron la piel aperlada del cambiaformas.
Kirjath se limpió las lágrimas con la manito y sus ojos risueños observaron el hombro y la piel del cuello de Hvitsark. Las marcas negras y extrañas en su piel llegaban hasta ahí, su dedo las acarició con suavidad. Se preguntó qué tipo de símbolos eran, qué decían y por qué a pesar de todo el amor que la madre naturaleza le tenía a su último hijo había marcado cruelmente todo su cuerpo. El Omega acercó sus labios y besó la piel tiernamente, el aroma del hombre cubrió su naricita y lo acurrucó con los brazos. Kirjath se relamió los labios y los descansó sobre la unión del cuello y el hombro, sus ojitos se cerraron y olisqueó la piel. Fue un segundo después que Kirjath enterró sus dientes y lo mordió con fuerza. Hvitsark saltó sorprendido y sus ojos se tornaron amarillos, se sentó en el pasto y llevó una mano a su cuello, la sangre resbaló rojiza y sus mejillas sonrojadas fueron iluminadas por la fogata que antes habían prendido.
—¿Me mordiste?
—Olías bien —susurró el Omega bajando la mirada. Hvitsark era real al igual que el gusto a hierro en su boca, los ojitos cristalizados del menor estaban irritados por el llanto anterior, su nariz rojiza y sus labios pomposos hicieron que el cambiaformas se acercara nuevamente. Los dos se acurrucaron sobre el pasto, Hvitsark tomó de la cintura al Omega y lo puso sobre su cuerpo, sus manos tomaron su rostro y limpiaron el hilo de sangre sobre la barbilla.
—Tus dientes son fuertes —murmuró, apretó la yema de su dedo en el colmillo de Kirjath, su piel se rompió y la sangre resbaló lentamente por su piel. Hvitsark acarició el rostro del Omega y peinó su cabello ondulado con la otra mano. Era tan bello, tan bonito, incluso mucho más desde la última vez que lo vio en la gran montaña, hace cuatro años. ¿Tal vez su medicina había rejuvenecido más su aspecto? Dejó de pensarlo tanto cuando Kirjath tomó su mano y decoró sus labios pomposos con la sangre de su dedo. Los ojos del cambiaformas se dilataron al instante—. Tienes colmillos afilados.

ESTÁS LEYENDO
TEETH (OMEGAVERSE)
Hombres Lobo»Había escuchado, sin embargo, que atesoraban la idea de que un Omega les entregara cachorros. Su estómago se revolvió, sabía que los cambiaformas estaban en peligro de extinción, y aún así, eran tan fuertes como para erradicar gran parte de la pobl...