—Hueles distinto.
Oliver arrugó la naricita un poco, olisqueando el cabello del Omega más chico, Kirjaht se encogió de hombros. Su mirada perdida se desvió de la gran ventana y miró los ojos verdes del rizado a su lado. Este le sonrió, y notó cómo sus pecas se confundían en el rubor de sus mejillas.
—¿Estuviste con aquél cambiaformas anoche? —le preguntó y los ojitos claros de Kirjaht volvieron la mirada a sus manos, estaban pálidas y un poco húmedas, sintió los dedos delgados de Oliver en su cabello, pasando el peine—. Tienes un aroma distinto por todo el cabello, no es como el tuyo, digamos... Tú hueles a té verde, y ahora tienes el aroma a rocío y tierra húmeda.
—¿Qué es té verde? —preguntó suavemente y volvió la mirada hacia el gran bosque, algunos Omegas estaban sentados en el pasto, otros con sus cambiaformas, el ambiente fuera de la gran casa era tranquilo y silencioso. Oliver dejó el peine sobre una mesita de madera y acarició su cabello.
—Mmm, té verde es una bebida a base de hierbas... Creo. Solo probé una vez, cuando era más chico. Le había puesto mucha azúcar porque no estaba acostumbrado a probar cosas así en mi tierra... El té era suave, y olía bien —murmuró y se inclinó un poco más—. ¿Quieres trencitas?
Kirjaht asintió—. Háblame de tus tierras, por favor.
—Bueno... Yo no soy de aquí, mi hogar está a dos semanas de caminata, por el Este, vivía en el campo, tenía tres hermanitos chiquitos y dos grandes. Éramos una familia numerosa... A veces la comida no alcanzaba, mi madre usaba la harina de trigo junto con las cenizas del fuego, para que el pan alcanzara para todos. Era un clima difícil, pero la vista era bellísima, en las montañas, los arroyos, era feliz a pesar de no tener para comer a veces.
Kirjaht se quedó quieto, mientras Oliver seguía hablando sobre su país. Y se preguntó sobre su familia, sobre sus padres, se preguntó si aquellos ojos que tenía habían visto la mirada de un hermano, de una hermana. Kirjaht miró sus manos y lentamente acarició su vientre. También tenía, o tuvo, un alfa en su vida. El Omega cerró los ojos, mientras el sol chocaba contra su camisón blanco y las manos de Oliver acariciaban su cuero cabelludo.
—No te duermas —escuchó y sintió que Oliver jalaba un mechón de su cabello. Kirjaht abrió los ojos y apretó su vientre. Sintió algo extraño y bajó la mirada, sus manitos rodeaban la panza apenas notoria, ahí, y se quedó quieto, respirando más lento, con los ojos abiertos, atentos a sentir la misma reacción—. ¿Qué pasa?
—Sentí algo raro —murmuró, removiendo su cuerpo sobre la silla frente la ventana. Oliver se volvió y se puso de cuclillas a su lado, mirando su vientre—. Se movió.
—Déjame ver —el Omega rizado tomó el camisón de Kirjaht y lo miró—. ¿Puedo?
El Omega más chico se encogió, con las mejillas calientes—. No traigo ropa interior...
—¿Ah no? ¿Qué estuviste haciendo con aquél cambiaformas anoche que hoy apareces sin calzones? —preguntó el rizado y Kirjaht enrojeció por completo, Oliver sonrió y pegó sus manitos al vientre del más chico—. No tengas vergüenza. Si quieres te doy un poco de ropa, llevas ese camisón desde que entraste aquí. No te haré nada. Es de madre a madre.
Los ojitos de Kirjaht se desviaron a su camisón blanco, estaba arrugado, y le llegaba hasta las rodillas. Apretó los puños, y asintió, se puso de pie con lentitud y se alejó un poco de la puerta. Oliver tomó los pliegues de su ropa y lo levantó, Kirjaht cerró los ojos cuando se quitó la prenda y los orbes verdes del rizado recorrieron su cuerpo.
—Vaya... Te ves incluso más pequeño sin ropa —murmuró y picó su dedo sobre una marca de nacimiento que tenía Kirjaht sobre el hombro—. Tienes una manchita rara aquí.

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TEETH (OMEGAVERSE)
Manusia Serigala»Había escuchado, sin embargo, que atesoraban la idea de que un Omega les entregara cachorros. Su estómago se revolvió, sabía que los cambiaformas estaban en peligro de extinción, y aún así, eran tan fuertes como para erradicar gran parte de la pobl...