seis

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La luz de la luna era mortal ante todo. Kirjaht la observó sobre sí, grande, hermosa, se reflejaba en sus ojos al igual que una gran fogata blanca, ahí, entre el pasto, entre su cabello suelto y ondulado desparramado. Sus ojitos bajaron y acariciaron el cabello de Hvitsärk cuando este descansó el cráneo justo en su vientre.

—¿Estás cómodo? —preguntó, tenía todo su camisón blanco húmedo por el rocío del pasto. Kirjaht sintió algo extraño en su pecho cuando los ojos de Hvitsärk se volvieron hacia los suyos, notó que el cambiaformas buscó su mano y la posó sobre su pecho, ahí, el Omega se sintió pequeño y se encogió cuando percibió los latidos fuertes en su pecho—. Me alegra saberlo.

—¿Te gusta aquí? —preguntó la bestia, el Omega levantó la mirada al cielo, a la noche estrellada, manchada en millones de lucecitas que no pudo dejar de mirarla.

—Siento que es la primera vez que veo la noche —murmuró y el cambiaformas sonrió, avanzando sigilosamente sobre su cuerpo. El más chiquito se encogió de hombros cuando este se recostó sobre su pecho esta vez y pudo sentir el aroma a lago que tenía su cabello. A rocío, a tierra húmeda. Kirjaht apoyó una mano sobre su cabeza y acarició lentamente.

—Lo primero que ví cuando salí de las montañas fue la luna llena... Recuerdo que mi padre estaba sobre la punta de aquella gran montaña, dando culto a la naturaleza que nos abría el paso a este mundo. Y ahí estaba, grande, redonda y amarilla. Ahí, entre millones y millones de soles que ardían a su alrededor, lejos de su luz. Me gusta venir aquí... Porque me recuerda de dónde vine, y para qué vine al mundo... Pero estoy muy feliz de tenerte aquí. Y de sentir en tu pancita un cachorrito chiquito, aunque no sea cambiaformas, aunque sea de Alfa. Siento que te ves muy hermoso, así. Con tu cabello ondulado y tu camisón blanco bañado en rocío.

Kirjaht se le quedó mirando, sus manitos observaron las del otro y suavemente la apretó, se acercó al cambiaformas y buscó sus labios. Su calor. Kirjaht se encogió cuando Hvitsärk se inclinó sobre él, besándolo. Buscó relajarse ante su toque, ante la noche cálida y la brisa suave. Kirjaht sintió demasiadas sensaciones en su cuerpo, nuevas para él, ahí, en su piel, su estómago. Sus piernas buscaron encajarse en la cintura ajena, a pesar de que Hvitsärk parecía tener cuidado de no aplastar su vientre. El Omega lo rodeó del cuello cuando sintió las manos grandes del cambiaformas buscando tocar su cintura.

—¿Puedo...? —preguntó y asintió, la mano de Hvitsärk bastó para que rodeará la mitad de su cintura, era grande, enorme, y Kirjaht respiró pesadamente cuando quiso acercarlo más con sus piernas—. No. Aplastaré tu vientre.

El Omega insistió, las feromonas dulces del más chico florecieron en su piel con rapidez, inundando el ambiente, el viento. Kirjaht bajó la mirada, su camisón se había levantado, sus piernas blancas se notaban con fuerza a la luz de la luna, tan regordetas, rodeando la cintura ajena.

—Te quiero más cerca —murmuró bajito y el rocío del pasto mojó la punta de su cabello. El cambiaformas besó sus labios y su mejilla. Hvitsärk tomó su mano, pequeña, blanquecina, y la asomó a su rostro, cerrando los ojos.

—Quiero cuidar de ti —susurró, besando su palma. El Omega se encogió, respirando con lentitud mientras veía al cambiaformas—. Por favor, acéptame.

Los ojitos de Kirjaht se escondieron entre sus párpados cuando sonrió, el brillo que se marcó en ellos generó cierta calidez en el pecho del cambiaformas. El Omega apartó la mirada cubriendo su rostro, y fue cuando el más grande se levantó, entre el pasto, y la luz de la luna. Sus ojos negros se clavaron en la pequeña criatura, Kirjaht tenía su camisón blanco, y sus brazos blanquecinos estaban sobre su vientre, ahí, Hvitsärk se sentó a su lado y acarició su pierna con suavidad. El Omega le sonrió apenas cuando ambos hicieron contacto a través de la mirada.

TEETH (OMEGAVERSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora