"¡Debes correr! ¡Debes correr lo más rápido que puedas...!"
"¡Pero... No, No quiero, no quiero dejarte!"
"Me quedaré... Me quedaré porque debo hacerlo, tú no. No. Omega."
"Pero... Tú eres mi alfa."
"Ya no... Cachorro."
"No... No, por favor, no me des la espalda, por favor, no, ¡No! ¡Vuelve! ¡VUELVE!"
—¡No...! —gritó y se levantó de golpe, su mirada se cubrió de lágrimas cuando sintió que su pecho ardía. Sus manos viajaron rápidamente a la zona y sus dedos apretaron con fuerza la piel, caliente, húmeda. Miró a su alrededor, la oscuridad lo abrazaba celosamente y el aroma que lo rodeaba era aterrador y repulsivo. Tedioso, tanto que cubrió su boca cuando sintió las feromonas intensas a su lado. Olía el miedo, el terror que podía sentirlo trepando por su piel como un alacrán. Sus ojos viajaron por la oscuridad y sus manos se extendieron, intentando tocar algo, sentir la forma física de las personas que oía llorando desconsoladamente.
Quiso hablar, pero su garganta dolía, seca y sangrienta. Abrió la boca y la cerró al instante, sentía sus piernas adoloridas, sus manos, su cuerpo entero. Llevó una mano hacia su cráneo, palpitante y sintió la humedad completa en su cuero cabelludo, el dolor, y la picazón terrible que inundaba su piel. Tocó su cuerpo, los rasguños que sentía, la ropa vieja. No traía pantalones. No los traía y no recordaba porqué. Su cuerpo empezó a temblar cuando escuchó otros sollozos, cuando sintió el leve movimiento del suelo y escuchó los cascos de un caballo. Se sostuvo de las paredes y apoyó el oído con suavidad, no oía bien.
—Ya deja de llorar, por favor, niño —escuchó un susurro bajo y un fuerte sollozo. El llanto se intensificó cuando la carreta pareció parar. Dejaron de moverse y el ambiente empezó a llenarse de diferentes aromas. Su mirada se perdía en la oscuridad, buscando a otra persona, otro calor, buscando al responsable de esas desagradables feromonas apestadas a miedo para preguntarle la razón—. Cálmate, cálmate, te lo ruego...
—¿Qué suc...?—mencionó bajito y se calló la boca cuando escuchó el ruido de cadenas, los vellos de sus brazos se erizaron, su nuca, su corazón se oprimió y empezó a sentir algo extraño dentro suyo. Su omega, su lado animal, tembló cuando la luz azotó contra su cara. Sus ojos ardieron y los cerró al instante, cegado.
Levantó los brazos hacia su rostro con la intención de cuidar su vista, la luz que interfirió en el lugar pareció afectar también a los demás. Pudo ver piernas, brazos, su mirada dañada se levantó para divisar pequeños cuerpos delicados y delgados. Sucios. Su cabeza empezó a doler, su miedo, su corazón, todo empezó a arder cuando sintió un aroma picante, intenso, la presencia monstruosa que inundó el lugar causó que más sollozos se escucharan.
—Son muchos —oyó una voz y su piel volvió a erizarse por completo. Quiso bajar los brazos pero sus ojos dolían, frunció el ceño y apretó los labios, sus dientes cortaron la ligera piel y la sangre empezó a sentirse en su lengua cuando apartó apenas unos centímetros las manos. La luz volvió a cegarlo, como si fuera el sol, como si fuera hierro caliente sobre su rostro. Cuando divisó dos siluetas enormes su boca se secó, su cuerpo, su omega, todo se llenó de un miedo incomprensible. Involuntario. El terror que guiaba aquella presencia lo volvió como una presa directa—. Hagamos el conteo, están esperando.
—Me gustaría quedarme con uno —susurró uno y pudo verlo con claridad cuando subió a la camioneta, entre sollozos, llantos. Su mirada se elevó, como si acabara de ver un ángel negro, no, un demonio. Un demonio de dos metros que venía a seleccionar a su siguiente presa. Se quedó petrificado ante su presencia, ante aquellos brazos enormes, esas piernas gruesas, la debilidad y el dolor que sintió en su nuca causó que bajara la mirada. Su lado animal estaba aterrado, su omega, terrible. El llanto empezó a florecer en sus ojos, la presencia lo mataba, lo estaba hundiendo a un pozo repleto de sumisión y terror, tanto, que cuando lo sintió a su lado su cuerpo reaccionó de la peor manera. Su mirada alterada, sus manos, su cuerpo, ninguno reaccionó cuando su animal lo obligó a mostrar el cuello, sumiso.

ESTÁS LEYENDO
TEETH (OMEGAVERSE)
Werewolf»Había escuchado, sin embargo, que atesoraban la idea de que un Omega les entregara cachorros. Su estómago se revolvió, sabía que los cambiaformas estaban en peligro de extinción, y aún así, eran tan fuertes como para erradicar gran parte de la pobl...