trece

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La lluvia no cesó hasta la tarde. Kirjath se quedó recostado en el montón de hojas hasta que logró levantarse, tenía la piel pálida y helada. Su ropa estaba húmeda y temía que eso afectara a su cachorro. Se levantó como pudo antes de que las sanguijuelas se pagaran en su piel, la lluvia caía solemne y tierna entre los árboles. El aroma a tierra mojada abundaba el lugar.

El Omega se detuvo unos segundos para levantar la mirada a la gran arboleda. Los gruesos troncos y el musgo húmedo se hundía bajo los dedos de sus pies. No pudo oír otro ruido que aquel, la lluvia, el río y la montaña del Dios dejando caer en cascadas el agua cristalina. El viento ponía su piel de gallina y removió su cabello como pudo de su rostro, lo tenía sucio y despeinado, sus dedos se enredaban entre las hebras y le molestaba.

Kirjath posó una mano en su vientre y avanzó como pudo, tratando de recordar dónde se encontraba Hvitsärk. El Omega levantó su naricita para sentir su aroma, no lo recordaba muy bien. La Paz en la que lo envolvía el bosque era tanta que temió haber muerto de hipotermia y encontrarse en un solemne y hermoso sueño tranquilo.

El silencio que había lo asustaba y lo tranquilizaba, trataba de moverse con sigilo, pero sus ojos no veían vida alguna más que los pequeños animales del bosque. Kirjath levantó la mirada a la suave lluvia y respiró profundamente, sintió que su cachorro se movía en su vientre, tal vez por el frío, por el hambre o el increíble aire puro que gobernaba aquel lugar.

Kirjath elevó las manos a su rostro y limpió la tierra de sus mejillas, las ojeras, los labios agrietados y su cabello sucio se mojaron con el agua. Sintió que la naturaleza se apoderaba de su cuerpo y lo tranquilizaba, no podía comprenderlo.

Cuando encontró las ruinas donde anteriormente estaba Hvitsärk pudo notar con más fuerza el ambiente de aquel lugar. Casas vacías, musgosas y húmedas, rotas por el tiempo solitario que la época bélica las obligó a atravesar. Kirjath llevó una mano a su nuca, realmente no recordaba bien de dónde venía. No recordaba la razón del por qué los hijos de la montaña cayeron sobre la tierra. Kirjath bajó la mirada y observó su vientre abultado, estaba grande, ahí descansaba su bebé. Se preguntó qué carita tendría, se preguntó en qué clase de mundo iba a nacer. Si entre cambiaformas... o alfas.

Kirjath trató de separar aquellos pensamientos, sus ojitos se adentraron nuevamente al follaje que lo rodeaba y luego terminó en las cadenas vacías sobre el barro húmedo.

Notó la sangre mezclada con el agua mugrienta y su pecho se contrajo a pesar de lo quieto que estaba. Kirjath sintió la lluvia y el viento sobre su rostro, pudo sentir la brisa sangrienta, pudo sentir el vacío donde se suponía que Hvitsärk estaría. El Omega apretó su vientre y su rostro se puso tan pálido que las ojeras y las costras en su piel resaltaron.

No se atrevió a susurrar su nombre. La mirada de Kirjath bajó al barro húmedo, a las huellas que habían dejado y que se escapaban de aquel lugar. El pequeño miró a sus lados con grandes ojos y avanzó con los pies enterrados en la tierra húmeda.

El aire empezó a llenarse de un aroma sangriento, la lluvia intentaba borrar las manchas de sangre en el suelo, pero eran notorias. El Omega miró la huella animal, la sangre abundante. Pensó en aquella majestuosa y bella pantera negra que alguna vez lo persiguió entre los bosques. Cuando cazaban, cuando se bañaba en el lago e incluso en momentos íntimos. Kirjath recordaba a Hvitsärk tan debilitado que no pudo creer que le quedaran energías para convertirse.

Notó el viento cálido entre los árboles, el susurro de la naturaleza sobre la nuca. Kirjath se encogió de hombros, aquellos bosques eran muy extraños.

Dejó salir leves feromonas cuando siguió las huellas. No quería gritar por temor a encontrarse con alguien indeseado. El Omega se movía con sigilo, separándose cada vez más de las ruinas del bosque y hundiéndose más en el follaje. Sus feromonas empezaron a rodear su piel y pudo sentir el aroma dulzón que tenía. Kirjath se estremeció y apretó su vientre cuando notó la bandada de pájaros que cubrió el cielo lluvioso.

TEETH (OMEGAVERSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora