Five Rules ©

°Capítulo 110°

Namjoon:

Miércoles, 07:55 AM.

Ser el presidente del curso tiene sus ventajas. Eres el favorito de los profesores, si me equivoco es muy difícil que me lleven a dirección, cuando hablo no me llaman demasiado la atención y todos mis compañeros están obligados a respetarme. Sin embargo, tiene sus cosas malas; como por ejemplo, ser el esclavo de tus profesores.

Hoseok me entregó papeles que debo llevar a la sala de profesores, apuesto que se trata sobre los exámenes. Tan sólo faltan dos meses; estoy asustado por Jungkook, espero que le vaya bien.

-no le eches un vistazo a los papeles eh- Hobi advirtió mirandome con sus ojos profesionales.

-luego de entregar los papeles, ¿puedo ir al baño?-.

-claro, pero no te tardes mucho-. Asentí y salí del aula.

Calmadamente fuí a la sala de profesores. A esta hora no suele haber ninguno por aquí ya que están en clase. Entré, oliendo a café y pan, siempre desayunan aquí. La sala es un poco oscura y llena de libros. Miré el escritorio del profesor guía, Jun, quién reemplazó a la anterior profesora por motivos que desconozco. Dejé los papeles en su escritorio y salí rápidamente agradeciendo no haberme encontrado con ningún superior.

Comencé a caminar hacia el baño del primer piso. Inhalé profudamente al notar que en el banco justo al lado del baño estaba el equipo; todos menos Jungkook y Jimin que ellos sí están en clases.

¡¿Cómo es que ningún profesor los ve y los reta por saltarse las clases?!. Aunque sean rebeldes todos los días los profesores y mucho menos la directora deberían permitirles ser idiotas sólo porque ya es algo cotidiano.

Veo como uno de ellos tiene un vaso grande transparente de plástico con un liquido rojizo. Ellos me miraron, pero los ignoré. Entré al baño e hice mis necesidades en uno de los cubículos; nunca me gustó usar los urinarios. Tiré la cadena y salí.

¿nuevamente ellos desean hacerme la vida imposible?. ¿Tanto anhelan verme padecer como para esperarme en el baño?.

Estaba un rubio sosteniendo aquel vaso, un pelinegro mirándome sonriente, un castaño cerrando la puerta y Eun... el último no tenía ninguna expresión en su rostro, sin embargo la comisura de su labio estaba dañada, como si alguien lo hubiese golpeado.

Decidí no lavarme las manos, apurado fuí hasta la puerta queriendo irme cuanto antes, pero el castaño me agarró. Con mi fuerza pude soltarme, enojado lo codee, voltee mi cabeza. -¡¿ya no les quedó claro que no me dan miedo?!, si debo estampar sus putas caras por el espejo lo haré, asi que no me provoquen-.

-deberíamos volver a la clase de psicología-. Eun habló, pero el mismísimo sub capitan fue ignorado.

Los ojos de los tres muchachos enfrente mío me dieron un escalofrío. Me miran con desagrado, rencor y por sobre todo ganas de arruinarme el día.

Me dí la vuelta atajando la manija de la puerta, pero agarraron mi camisa de gala, jalandome para atrás ésta vez con mucha más fuerza que la anterior.
Me arrojó contra la pared. Los tres chicos se pararon enfrente mío con posturas dominantes, mientras que Eun se encontraba detrás, mirándome seriamente.

Esta situación me recuerda tanto a cuando era débil. Aquel chico de lentes resbaladizos que se refugiaba cada mañana en la espalda de su mejor amigo. Ese tonto muchacho que pensaba que por ser delegado los demás alumnos lo respetarian.

Pero jamás tuve un mínimo de respeto...

Lo único que pedia era respeto, pero lo que ellos me entragaban eran palizas eternamente injustas.