CAPÍTULO 14

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Llegamos al último piso y para mi sorpresa es un loft muy lindo y moderno. Pero mis nervios no me dejan detallarlo como Dios manda. Esteban también se encuentra muy tenso y nervioso, y se que es ridícula esta situación para ser dos personas que han tenido tanto  sexo en su vida que los números infinitos no me alcanzan para contar los orgasmos de todo tipo que he experimentado y de seguro Esteban también. Pero por una extraña razón Parecemos un obispo y una monja a punto de romper el voto de castidad. Valla mierda.

—      ¿Quieres algo de tomar? —me pregunta mientras va directo a una pequeña barra de madera.
 
—      Lo que tu vallas a tomar estará bien —le respondo sin mirarlo.

Me fijo en cada detalle de la decoración y cada vez me gusta más este lugar.

—      Tienes un buen gusto para la decoración.
 
—      Tengo una diseñadora de interiores en mi yo interno —Bromea con una sonrisa de lado y la verdad le agradezco el gesto, eso ayudara para lidiar la tensión.
 
—      Valla, esa chica en tu interior es bastante fina.
 
—      Ni lo que lo digas.

Soltamos ambos una carcajadas al tiempo que él se acerca a mi y me tiende un baso de whisky, se toma su bebida de un golpe y yo lo sigo, pero para mi desgracia no soy buena alcohólica y me ahogo para luego empezar a toser desesperada.

—      ¿Estas bien? —empiezo a sentir golpes secos en mi espalda y asiento con la cabeza.
 
—      Si tranquilo, pero no me vuelvas a dar esa cosa que parece gasolina de avión.
 
—      ¿Gasolina de que? —Esteban suelta carcajadas una tras otra haciendo que las lagrimas empiecen a salir.

Me quedo como boba mirándolo (se ve tan hermoso cuando ríe con ganas que dan ganas de comérselo) cuando ya está más calmado me propongo a explicarle.

—      Así le llamamos mis amigos y yo a las bebidas cuando son muy fuertes, yo por lo general tomo bebidas suaves, así que todo lo que sea fuerte es gasolina de avión para mí —me encojo de hombros y camino hasta el gran ventanal que me permite ver la ciudad.

Quedo embobada con las vistas, tanto que Esteban me habla y no lo escucho. Este edificio no es uno de los más grandes pero los 7 pisos que tiene son suficientes para ver una maravilla desde aquí arriba. Soy amante a las maravillosas vistas que nos regala la luna y por eso me encanta estar en lugares altos.

—      ¿Me estas escuchando? —mi piel se eriza al escuchar el susurro detrás de mi oreja y al sentir sus manos abrazar mi cintura.
 
—      No ¿Qué me decías? —le respondo con otro susurro.
 
—      ¿En que piensas? —sus labios se desplazan por mi cuello con castos besos.
 
—      ¡Umm! no lo recuerdo.

Puedo sentir su sonrisa sobre mi piel, sus manos recorren mi cuerpo sin dejar ningún espacio sin acariciar. Mis ojos se cierran y me dedico a sentir la sensación más magnífica y significativa que he sentido jamás. Esteban es un hombre que ha logrado lo que ningún otro, no se si es amor o solo es un deseo inmenso que me produce pero lo que si sé, es que no lo he sentido con nadie más.

Las prendas de mi ropa empiezan a desaparecer, primero el vestido sale disparado a un lado y puedo escucharlo gruñir al momento en que me quedo en ropa interior y en tacones, puedo ver su semblante a través del cristal, puedo ver en sus ojos el deseo apoderarse de el y también puedo observar como recorre mi cuerpo sin perderse ningún detalle. Su respiración al igual que la mía está cada vez más agitada, trago grueso y me giro con valentía para mirarlo a los ojos.

Su mirada es más oscura, su mandíbula más cuadrada por lo tensa que la tiene, su pecho más elevado debido al esfuerzo de autocontrol que está teniendo en estos momentos.

Swinger (Placer O Diversión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora