Capítulo 8

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"Ni si quiera Dios puede cambiar el pasado".


Jack Conway, flores sin color.

La sangre espesa sigue en sus manos, Conway no se mueve, mantiene la vista en la atrocidad frente a sus ojos. Se siente muerto, desvalido, oye a penas el sonido de sirenas acercándose a la casa. Sigue, sin embargo, observando los ojos sin vida de Julia.

Quiere que se trate de una pesadilla para poder despertar y ver a su familia de nuevo. Pero no es el caso, nota los gritos de Michelle a la distancia, aunque está a su lado sosteniendo el cuerpo de Julia, buscando cualquier señal de vida a pesar de ver una herida de bala atravesándole la frente.

Mueve levemente la cabeza, logrando ver nuevamente el cuerpo de su hija en el suelo, los ojos vuelven a llorarle, más no es capaz de articular palabra. Quiere morir, aunque cree ya haberlo hecho, allí arrodillado con los paramédicos preguntando cosas que no oye, el aliento se le atrofia en la garganta.

Ni siquiera sabe cómo llega la noche y cuando ha llegado a ese cuarto, la escena se repite una y otra vez en su mente. Sigue llorando, aunque de sus ojos no caiga lágrima alguna.

Con la mano busca torpemente el arma que sabe tiene porque siempre la lleva consigo, la encuentra y quita el seguro, sin expresión, sin alma. Apunta al lateral de su cabeza y dispara. El arma se traba, como si de una señal se tratase, entonces la lanza hacia la pared, temblando y perdiendo las riendas de su propio ser.

Llega el funeral, y las flores nunca se vieron tan horribles a su mirada.

Pasan los días, y vive sin vivir.

Pasan las semanas, y es diagnosticado con TEPT, pues la situación de él llegando a casa y viendo su única razón de vida muerta, se repite, incesante, sumándose a la guerra que vivió demasiado joven.

El CNI le obliga a asumir de superintendente cuando planea renunciar, de repente se vuelve mera existencia, siguiendo órdenes y dándolas. No sonríe, no ríe si no es por burla. Algunas noches lo intenta de nuevo, la pistola se traba y cuando la recoge tiene nuevamente el seguro, como si algo se lo impidiera. El tiempo le obliga a recuperarse, pero las regresiones aparecen de vez en cuando. Le reclama a veces al dios que no está ahí, preguntándole si le divierte verlo de esa manera.

Son años, pesadillas, dolor y culpa los que pasan hasta que puede sentirse menos miserable. Pero la memoria es lo que sigue intacto. Cada vez que mira el anillo de oro, el trauma se esfuma.


(...)


Armando Grúas, despedazados.

Los pasos resuenan por el lugar vacío y silencioso, un hombre de ropas oscuras ingresa al local portando únicamente una pistola. Sabe muy bien a donde se dirige, así que no se detiene hasta alcanzar el sótano, donde hay más personas, cada uno con máscaras distintivas y ropas negras.

En la pared lucen varios papeles y mapas, incluso algunas fotos, en las que destaca el superintendente Jack Conway.

El recién llegado se cruza de brazos, permitiendo que el de máscara de calavera tome la palabra, viendo que, al parecer, estaban todos los que necesitaba. Había introducido el tema antes, así que va directo al último en llegar:

—Nadando, tú te posicionas de francotirador, como siempre —el nombrado asiente sin más.

Se relata el resto de un plan, lo que parece ser un golpe final hacia la policía. Nadando, o Armando, sigue sin entender porque le tiene tanta manía al nuevo superintendente cuando apenas llevaba 2 semanas en el cargo, pero no discute, acepta las ordenes sin más, al igual que sus compañeros.

Sin duda el Calavera, también conocido como Jacob, había organizado un plan casi perfecto, o al menos así lo anunciaba mientras explicaba algunos detalles y nombraba a los presentes con tal de indicarles la posición asignada. Resulta que en dos días harían todo y debían prepararse como si se avecinara la guerra.

—La SL y gringo vienen conmigo —indica finalmente.

Armando, en ese entonces con 27 años, conocía bien a la SL, pues uno de sus miembros resultaba ser Freddy Trucazo, su amigo desde hace ya mucho. Jacob había pagado a ellos para recibir apoyo en lo que planeaba.

La operación se realizó en 2 grupos, con Armando sobre un edificio vigilando la zona, lejos de los grupos en sí. De repente la situación se salía de control, ambos bandos abrieron fuego, y cuando logró tener a alguien a tiro, escuchó a la SL pedir un alto al fuego ¿a qué se debía eso? Suponía que, para esperar otra oportunidad o algo semejante, ¿los policías habrían asesinado a Jacob?

Definitivamente no vio venir que un helicóptero se acercara, aterrizando cerca suyo. Recibió un disparo en el hombro que le obligó a soltar el francotirador, impidiéndole tener tiempo suficiente para sacar la pistola y defenderse. Sin embargo, ninguna otra bala arribó a su cuerpo, vio sorprendido como Freddy bajó del asiento del copiloto, acercándose a él, desarmado y sin máscara.

—Armando —le llama alarmado, claramente no fue quien disparó, Armando retrocede como puede, mirándole con desconfianza—. Joder, que estoy aquí para sacarte de esta mierda.

—Pero si nos has traicionado ¿O me equivoco? —aprieta la mandíbula y sostiene su propio hombro.

—Ya, y tu estabas contratado, justo como yo, ¿en serio prefieres dar la vida por él? Ven conmigo, te mereces algo mejor que esta mierda —pide, logrando que Nadando reflexionase ante sus palabras.

—¿Cómo que ir contigo? Ni siquiera sé de qué lado estás —baja la cabeza, el pasamontañas le dificulta un poco respirar, además que el dolor y la confusión lo empeoran.

—El CNI —menciona Trucazo—. Eres el mejor francotirador que conozco, y el CNI necesita más agentes, puedo arreglarlo con la jefa. Joder, que no tienes que morir aquí, no dejaré que eso pase.

Le ofrece la mano, y tras unos segundos esta es tomada, ayudándole a levantarse incluso con el dolor constante en el hombro izquierdo. Armando considera todas las posibilidades antes de eso, y encuentra razón en las palabras de su amigo, aceptando eso como su nuevo camino.

A pesar de ello, Jacob escapa dejando atrás a sus hombres, la mayoría muertos o retenidos por el CNI, lo que significa el mismo destino. Jack Conway ve un rostro conocido en Armando, recordándolo como el mecánico que ya había visto varias veces, lo acepta como compañero incluso después de mostrarse escéptico a su llegada.

Años después, Jacob vuelve a aparecer, llevándose por delante a Ivanov y Gonetti, dejando a Jack tirado junto a los agentes caídos. Entonces su único consuelo es Armando, que, a pesar de no poder ayudar en el momento, lo hizo después, se volvieron más cercanos por una tragedia, siendo el soporte el uno del otro. Formaron una amistad curiosa que con el tiempo pasó a ser algo más, hasta llevarlos al presente, donde han decidido ser también el soporte de Horacio. 







...

He aquí el capitulo sobre el pasado, más que nada un resumen para aclarar ciertos aspectos sobre ellos. Cualquier duda pueden consultarla. 

Editado: 16/05/21

Parte editada publicada: 18/05/21

Gracias por leer. 

Estrellas en el techo. [𝘚𝘱𝘢𝘪𝘯𝘙𝘱 𝘈𝘜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora