✨Capítulo 2✨

857 138 18
                                    

Una semana más tarde, lo llevaron a una oficina donde había dos hombres sentados que se levantaron al verle, uno de ellos le dio un poco de miedo, al otro lo recordaba.

—Armando —exclamó, acercándose a él, quién se agacho como la última vez—. Cómo fue la... —se cubrió la poca al percatarse de su error, logrando que el hombre se riera.

La directora del orfanato, que estaba detrás del niño, tomó la palabra.

—Ellos son tus nuevos padres, Horacio —el pequeño se giró para verla, y luego a los dos hombres.

—Pero mis padres no están... ¿Puedo tener nuevos? —pregunta confundido.

—Eh..., claro —responde dudosa la mujer—, ¿Ya firmaron los papeles? —cambia de tema.

—Sí —dice escueto el hombre intimidante de camisa blanca y semblante duro.

La mujer asiente y le entrega una mochila pequeña con las cosas del niño, que eran solo un par de prendas de ropa cuales le habían dado en su estadía allí. Los 3 salen del lugar tras un último intercambio de palabras, Horacio va de la mano con Armando, cohibido, sin entender del todo la situación. El otro hombre parecía algo nervioso, y se ofreció para acercar el auto.

—Armando.

—¿Mm? —el nombrado mira al niño.

—¿Cómo se llama él?

—Se llama Jack Conway, es policía.

Horacio abre un poco más los ojos, sorprendido, pensando que quizá él podría encontrar a Gustabo.

—¿Ustedes me van a cuidar ahora? —la última y más importante duda escapa de sus labios.

—Así es, Horacio, ¿eso te parece bien?

El pequeño asiente con furor, sonriendo.

(...)

Cuando llegaron al apartamento, Horacio se apegaba hacia Armando, intimidado por Conway, quien no estaba seguro de cómo actuar frente al niño, pues era la primera vez que lo veía, antes de eso solo escuchó a su esposo hablar de él, relatando lo especial del mismo, algo que no supo definir en palabras. Suspiró saliendo al balcón a fumar.

—Armando —llamó, jalándole del chaleco para que le tome atención y se detenga, pues se dirigían al nuevo cuarto de Horacio.

—Dime.

—¿Jack no quería cuidarme?

Armando, enternecido por las tristes palabras de Horacio, sonrió un poco.

—No es eso, solo le cuesta adaptarse. La decisión de traerte fue de ambos, ¿vale? —el niño asiente despacio—, ¿Quieres ver tu cuarto? —cambia de tema por la expresión triste del menor, que asintió una vez más y lo siguió.

El cuarto era de tamaño medio, con paredes azul pastel con algunas estrellas doradas en el techo, cuales brillaban durante la noche. La cama de plaza y media estaba a la izquierda, con sábanas también azules. Un escritorio junto a la única ventana y varios juguetes en paralelo, a la derecha, Horacio observó con ilusión. También había un closet, aun vacío pues no sabían la talla del niño y preferían comprarle lo que le gustase.

—¿Todo esto es mío? —pregunta el menor, dando un paso para ingresar al cuarto que aun miraba con sorpresa.

–Claro –Armando sonreía.

—¿Por qué? Mamá y papá nunca me compraban nada —ladea la cabeza, confundido de nuevo.

El mayor, inseguro de responder, busca las palabras correctas:

—No sé como fuesen ellos, pero todos los padres son diferentes. Y para nosotros, lo normal es comprar cosas —ríe un poco, a su lado, lo ve hacer una mueca.

—A Gustabo le hubiese gustado —murmura, empezando a llorar una mezcla de emoción y tristeza, alarmando al adulto que se acercó algo asustado.

—¿No te gusta? podemos cambiarlo —ofrece preocupado.

—No es eso, me encanta —reclama entre un sollozo, abrazando al mayor que corresponde.

Aún tiene mucho que saber de Horacio, en el orfanato apenas dieron datos sobre los antiguos padres del menor. Luego esta Jack, que necesita un momento para recordar lo perdido y seguir adelante, al menos ya no está solo con un arma trabada junto a la cama, ahora tiene algo, alguien, una nueva familia que por error ha comparado un par de veces. Horacio le recordó a su hija, la misma emoción en los ojos. Recostado en la barandilla del balcón, con un cigarro en la boca y la mente hecha un lio, deja caer unas lágrimas, entiende que esta es la felicidad que alguna vez le arrebataron, solo que no sabe cómo aceptarla sin recordar la fatalidad. Con la manga derecha se limpia el rostro, solo ve una opción, y es jurar que nadie se los quitaría, incluso se lo promete a julia, a los niños, a su esposo y a Horacio.

Apaga el cigarro en el cenicero y deja salir el humo, sale del balcón con el alma bien puesta, las ideas más claras y una familia que cuidar. A paso lento llega hasta el cuarto de Horacio, quien sigue mirando los juguetes, con Armando hablándole a su lado, parece contarle una historia. Jack sonríe un poco y se agacha junto a ambos, uniéndose a su manera.

—Que te conste que yo elegí los guays y Armando los aburridos —Horacio lo mira algo sorprendido, Armando se limita a reír.









...

Editado: 11/05/21

Parte editada publicada: 18/05/21

¡Gracias por leer!

Estrellas en el techo. [𝘚𝘱𝘢𝘪𝘯𝘙𝘱 𝘈𝘜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora