✨Capítulo 11✨

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Los días no son todos soleados, y los días soleados no son todos buenos.

Las misiones no eran algo precisamente inusual, en cada una Armando debía posicionarse en una zona alta, siendo el siempre designado tirador.

Con la rapidez de la experiencia, arma el rifle de francotirador, escuchando por la radio como los demás relataban el tiempo restante antes de que aquella mafia de nombre desconocido pasase por la zona. No tenían mucha información sobre ellos, pero si los enganchaban, tendrían lo necesario para acabarlos, solo bastaban un par de pruebas que respaldaran la información antes obtenida. Sabían, sin embargo, que estaban encargados de distribuir cocaína por la ciudad, y por fortuna tenían la localización de esa zona de plantado, en la cual Armando y otros 3 agentes del CNI esperaban, pacientes, con la sangre fría de haber hecho cosas similares antes, algunas mucho peores.

Mediante la frecuencia se escucha la voz de Michelle, posicionada más lejos para obtener la primera visual y luego rodearlos cuando intentaran retirarse.

—Van dos todoterreno negros, preparaos.

Con el rifle completo, Armando, bajo el antiguo seudónimo de Nadando, apunta hacia el camino, esperando a que los coches se asomen y pudiera tenerlos a tiro.

—Veo solo uno —comenta, manteniendo el dedo fuera del gatillo, buscando al faltante, sin obtener señal del mismo.

—Mierda, ¿dónde está el otro? —Conway, tercer agente, brama por la radio, asomándose desde su posición, preparándose para salir.

—Saben que estamos aquí, tenemos un punto ciego, joder. Encárguense de ellos, buscaré a los otros.

Freddy, cuarto agente en la operación, dispara a las ruedas del todoterreno mientras Conway abate al conductor, divisando que aún queda el copiloto, quien baja con las manos en alto. Armando se reposiciona sobre la colina, quitando el soporte del rifle y poniéndolo de nuevo cuando decide un lugar donde colocarse. Busca a los faltantes, no pueden descuidarse.

Tantea la pistola, la desenfunda para tenerla cerca en cualquier caso y le quita el seguro.

—M, tenemos un sujeto, vámonos ya.

Varios tiros resuenan en la zona, Michelle no responde. Conway, en su lugar, aprieta la mandíbula.

—Nadando, ve por el helicóptero, tenemos que salir cagando hostias. Toro —el apodo de Freddy lo hace levantar la cabeza cubierta por una máscara—, ve por M.

Al girarse, Armando sostiene el arma de bajo calibre. El aliento se le atasca en el pasamontañas, alza la pistola con rapidez insuficiente, alcanza el corazón de quién amenaza su vida, acciona el gatillo dos veces, suficientes para acabar con el extraño.

Maldice a viva voz y cae de espaldas, sintiendo el pronto dolor punzar en su costado derecho. Arruga el rostro en mueca de total disgusto. Busca a su atacante, lo ha matado, deduce cuando ni un suspiro emana de aquel hombre.

—Uno menos —avisa por radio—, pero me ha dado.

Oye más tiros mientras se arrastra junto al rifle, saca una pieza del mismo y la mete a su bolsillo, si alguien lo encuentra, no será capaz de usarlo. Hace aquello sabiendo que no podrá cargar con el arma en su estado.

—Joder —murmura Conway, la sangre le hierve—. No te muevas, voy por ti —dice mediante la frecuencia, luego fija la mirada en aquél antes destinado a un interrogatorio.

Medio cargador se va, tal como la vida de esos ojos que hace poco lo miraban asustado. Recarga, con olor a plomo, sangre y el vestigio de la promesa aclarándose entre la batalla. La imagen de Horacio ronda su mente, pero la operación descompuesta continúa.

Estrellas en el techo. [𝘚𝘱𝘢𝘪𝘯𝘙𝘱 𝘈𝘜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora