✨Capítulo 4✨

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Llevando poco más de una semana con sus nuevos tutores, jugaba con Ivadog en casa, corriendo por el departamento a pesar de la hora.

—Horacio —llamó Armando mientras se sentaba a la mesa—, el desayuno —explicó al ver como el niño llegaba a su lado junto al perro, cual se acercaba a su fuente de agua mientras movía la cola emocionado.

—Le agradas a Ivadog. —Comentó Jack casualmente antes de beber café, Horacio sonrió y comenzó con su desayuno, no podría quejarse de la comida.

—Hoy vendrás conmigo al taller, creo que es mejor eso a que te quedes solo en casa.

Aquel día ambos padres estaban ocupados, uno más que otro, además que el trabajo de mecánico no resultaba tan peligroso como el de policía, con lo cual, la noche anterior lo habían acordado. Horacio no parecía en desacuerdo, pues asintió con la emoción en los ojos, quería conocer nuevos lugares.

Terminado el desayuno, Jack se fue primero.

Armando y Horacio llegaron al taller en el auto del mayor, el pequeño miró por la ventana, impaciente por bajar del coche y conocer el nuevo lugar.

—Vamos —indica Armando, tendiéndole la mano para caminar junto a él, no quería arriesgarse a que algún loco entrara rápido con su auto y amenazara la vida del menor, sabía cómo era la gente de la ciudad.

—¿Armando, tú eras el jefe del taller? —pregunta a modo de confirmación, acomodando una de las tiras de su mochila.

—Así es, aunque somos 4 jefes en total —responde sonriéndole.

Al ingresar en el edificio, se nota el aroma a pintura y aceites, además de otros productos para coches. Hay dos clientes siendo atendidos, un solo mecánico se encuentra disponible, siendo el único que se acerca a ellos.

—Hombre, Armado, al fin te apareces, neno —dice Freddy en su marcado y característico acento coruñés, mirando con sorpresa al niño que se esconde instintivamente tras las piernas de su tutor.

—Horacio, saluda a Freddy —el nombrado se siente extraño escuchando hablar con esa suavidad a su amigo, no recuerda haberlo visto tratando con niños.

—Hola —saluda en voz baja, dejándose ver un poco.

—Hola, soy Freddy —saluda de vuelta, medio sonriente, inclinándose un poco hacia el niño—. Me hubieses avisado que ya eras padre, hijo de puta —dice a su amigo en burla a la vez que se irgue, ambos ríen.

Horacio evalúa las palabras de Trucazo, ha dicho "padre", aquello le dio un sentimiento extraño, entre cálido y molesto, emoción y el remordimiento.

—Mejor ve a trabajar, gilipollas —murmura la grosería, intenta cuidar su lenguaje frente al niño.

Camina junto a Horacio escaleras arriba, en el camino le explica a donde se dirige e indica donde está cada cosa. Entra de servicio y se queda de pie frente a la puerta de los camerinos.

—¿Puedes esperarme aquí un momento? No tardo nada —el pequeño asiente.

Mientras su tutor se cambia, él se sienta en una banca cercana y observa hacia el piso de abajo, le emociona ese nuevo entorno, también le agrada que no lo hubiesen dejado solo en casa. Pero sigue siendo inquietante la idea de Gustabo sintiendo todo lo contrario, se siente culpable y baja la cabeza con los ojos de pronto húmedos. Aprieta su ropa, necesitado de aferrarse a algo o alguien, de pronto quiere que Armando se dé prisa, pero Freddy llega primero, curioso por el cambio de ánimo en el pequeño. Se sienta a su lado y mira hacia el frente.

—¿Todo bien, chorbo? —pregunta suavizando su voz.

—Extraño a mi hermano —suelta sin pensar, sucede que no es de los niños que guardan todo, y no duda demasiado en hablar, sin embargo, no quiere preocupar a sus tutores, no quiere que lo dejen nuevamente, por eso a ellos no les dice todo.

—¿Le sucedió algo?

—No lo sé —murmura decaído, Trucazo hace una mueca antes de hablar.

—¿Sabes? También tengo un hermano —suelta medio sonriente, Horacio lo mira curioso—. Es un chupapollas —dice divertido, sintiéndose algo viejo contando ese tipo de historias.

—¿No lo quieres? —tiene el ceño fruncido, confundido.

—Claro que lo quiero, y aunque nos hemos separado, siempre volvemos a estar juntos. Así que tu hermano, no te preocupes tanto, seguro lo volverás a ver —le sonríe al niño buscando calmarlo, sabe cuan cruel puede ser todo, pero mentirle, por el momento, le parece la mejor idea.

El pequeño asiente leve y mira el taller, parece mucho más calmado. Armando sale de los vestidores y mira con duda a Freddy, quien le devuelve la vista.

—Bueno, nos vemos, chorbo —dice a Horacio y baja las escaleras, saliendo del taller por si había algún cliente esperando fuera.

—Todo bien ¿Horacio? —el nombrado asiente.

—¿No eras agente secreto al final?

—Ese es otro trabajo.

—¿Por qué tu uniforme es rojo? El de Freddy no es igual —lo ve algo sorprendido, haciendo más preguntas como todo crio curioso.

—Los uniformes indican el grado, el rojo lo usamos los jefes.

—Oh... —suelta a modo de sorpresa y luego hace una mueca— ¿No es molesto que cargues conmigo en el trabajo?

—¿Qué dices? Claro que no —ríe un poco, buscando aligerar el aura del pequeño—. Además, quiero mostrarte el lugar, que sepas donde trabajo —le revuelve el cabello con cariño.

El niño se aguanta las lágrimas, levantándose para abrazarlo, no entiende el cruel contraste de sentimientos del antes con el ahora. Solía ser cada día tan frio, se consideraba afortunado de tenerlos, nunca le hablaron de esa manera, hasta Gustabo dijo una vez, enfadado, que se conformara, que estaba cargando con él y no tenía derecho a reclamarle nada. Pero ni Armando ni Jack habían dicho cosas así, dejó caer un par de lágrimas cuando Armando lo rodeo con los brazos y lo cargó.

—Todo está bien, Horacio —murmuró en tono calmo, recordando con sorprendente precisión el informe vago del orfanato, contenía interrogantes que no se atrevía a preguntarle aún—, no estarás solo —susurra, ignorando las miradas curiosas de los demás mecánicos que habían desviado los ojos hasta ellos. 







...

Editado: 15/05/21

Parte editada publicada: 18/05/21

Gracias por leer.

Estrellas en el techo. [𝘚𝘱𝘢𝘪𝘯𝘙𝘱 𝘈𝘜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora