ladron

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Habían pasado los días y me sentía feliz con Henry, pero el fantasma de Dylan no dejaba de atormentarme. No entendía por qué. No me quería, estaba con Malenie, pero tampoco quería que yo fuera feliz con Henry.

Por la tarde, Dylan nos invitó a Henry y a mí a una cita doble. Intenté zafarme, pero fue imposible. Ahora estoy aquí, teniendo una cita doble con Dylan y Malenie.

—Me odias, te besas con ese idiota, pero me besas a mí y todo se arregla —dice Dylan con su típica arrogancia, acercándose más de lo que me gustaría.

—El idiota eres tú —le respondo molesta, intentando mantener la calma.

—Admite que este idiota te gusta —insiste, invadiendo mi espacio personal, sus palabras llenas de resentimiento.

—Hola, Issy —interviene Malenie de repente, y enseguida Dylan se aleja y la abraza.

—Hola, Malenie —le respondo con una sonrisa fingida, sintiendo cómo mi estómago se retuerce.

—Henry va a llegar un poco tarde —comenta Malenie con su usual tono amable.

—Ok —contesto sin mucho ánimo, deseando que este momento termine ya.

—Tengo hambre, vamos a comer —dice Dylan, tomando a Malenie por la cintura mientras se dirigen a la mesa.

"Esta fue una mala idea", pienso mientras nos sentamos. Dylan y Malenie no dejan de besarse, y cada vez que lo hacen siento una punzada en el corazón. De pronto, Henry llega y mi humor mejora al verlo.

—Hola, perdón por la tardanza —dice Henry, dándome un beso en la mejilla.

—Hola —le respondo con una sonrisa genuina.

Pedimos una pizza mitad peperoni y mitad hawaiana. Todo lo que quiero es salir de aquí, llegar a casa y llorar con tres litros de helado al ver a Dylan con otra persona.

—Amor, te manchaste —dice Dylan, limpiando la mejilla de Malenie con una ternura que me destroza por dentro. Mi corazón se rompe en ese instante.

Volteo a verlo y le sonrío falsamente, tratando de ocultar el dolor que me atraviesa.

—Mañana hay una fiesta —dice Malenie, sonriendo con entusiasmo.

—Vamos los cuatro —propone Henry.

—Podemos ser grandes amigos —dice Malenie con esa calidez que me hace difícil odiarla.

—A Isabella no le gustan las fiestas —comenta Dylan, dándole una mordida a su pizza sin siquiera mirarme.

Henry lo observa con desagrado.

—¿Cómo sabes? —pregunta Henry, molesto por el comentario.

—Porque Isabella...

—Soy amiga de su hermanastra —interrumpo rápidamente, sonriendo para desviar la conversación.

—De mi cuñada —agrega Malenie, sin notar la tensión.

—Sí —digo, forzando otra sonrisa.

Terminamos de comer y fuimos a jugar en los juegos de la sala de arcade. Dylan estaba ayudando a Malenie con los juegos, y yo no podía dejar de notar cuánto parecía quererla. Eso me duele más de lo que quiero admitir.

—¿Te gusta Dylan? —pregunta Henry de repente, con un tono serio que me desarma.

—¿Qué? No, ¿por qué lo dices? —respondo nerviosa, intentando mantener la calma.

—La otra vez en mi casa te llamó un tal Dylan. Además, las miradas entre ustedes... —Henry me mira con desconfianza.

—No, no me gusta. Era otro Dylan, y ya te dije que no me interesa —trato de sonreír, pero mi nerviosismo me traiciona.

El Fuck Boy (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora