Capítulo 20

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Tenía un mes y medio sin saber nada de Alessio, mes que había llorado como nunca antes.

Mi vida en Rusia se resumía a salir, ir a discos, beber, comer y dormir.

No me había querido involucrar en nada de las investigaciones, no quería pensar en eso.

Mi papá no sabía cómo llevaba mi vida aquí, mi mamá tampoco, pero sabía que en cualquier momento se enterarían, pero no esperaba que fuera ese día.

—Larisa — mi mamá entró y al verme durmiendo se asombro, al quitarme la sabana, vio que aún aún usaba el vestido de noche anterior.

Al ver el piso, vio las botellas de alcohol a medio beber.

—¿Y ahora el alcohol se volvió tu mejor amigo a falta de Alessio? —no respondí nada.

Reviso en la gaveta y consiguió las entradas a las discos a las que me gustaba ir.

—¿En esto se te va la vida aquí? —pregunto mi papá al entrar y ver las entradas que le paso mi mamá.

Doce horas luego estaba entrando a mi casa, subí a mi cuarto y me sente en mi cama en total silencio.

Me preguntaba dónde estaría Alessio, como estaría.

Alessio

Mi padrino me había dicho que fuera a su casa dos días antes, pero no pude ir porque estaba demasiado drogado y además no estaba en Roma.

Entre a su despacho y comenzamos a hablar de la distribución de las nuevas drogas que estarían al mercado.

—¡Papá, Anselmo ya está afue...—al verla se me aceleró el corazón, iba con un vestido y en tacones—, ¿estas ocupado? —pregunto bajo, Aleksandro negó y ella cerró la puerta.

—Te agradezco que no vayas a llegar cuando amanezca Larisa, a las dos máximo te quiero aquí —ella hizo un puchero —, sin discusión ¿y con quien vas? —preguntó.

—Anselmo, Casper, Dolly y unos amigos —mi papá alzó la cejas con desconfianza.

—¿Y esos amigos que son? —nadie decía nada ante el interrogatorio—, no me vengas con mentiras, Larisa.

—Domenico y Giorgio Di Vincenzo —dijo rodando los ojos.

—¿No y que no tenias cabeza para tener a alguien en tu vida, Kozlova? —pregunte sin poder contenerme.

Ella no respondió nada, simplemente volvió su mirada apenada hacia su padre el cual la miró interrogante.

—¿Y los modales, Larisa? —preguntó serio.

—Si, Alessio, no tengo cabeza, pero no es tu problema ni tengo que explicarte que hago y que dejo de hacer con mi culo —negue con la cabeza.

—¡Larisa! —hablo Aleksandro —, subes a tu cuarto, definitivamente, estas castigada.

Tome las llaves de mi auto y un grito tras de mi me hizo voltear.

—¡Gracias por arruinarme la noche, imbecil! —me grito molesta y yo reí.

—No puedo con tu falsedad e hipocresía —dije.

—¿Me acabas de decir falsa? —asentí, ella me miró con los ojos quebrados en lágrimas y me arrepentí, pero solo fue hasta que me cruzo la cara de una cachetada.

Salí de la casa y subí a mi auto.

Larisa

Me senté en el porche y me limpie una lágrima, cuando Stefano se sento a mi lado.

Amor Extremo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora