𝘕𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴 -𝐃𝐚𝐦𝐢𝐚𝐧 𝐖𝐚𝐲𝐧𝐞.
Desde los inicios de Damian la mayoría de la veces hubo alguien apoyándolo, tal vez demasiado aún cuando se conocieron y no quería tenerlo a su lado termino cediendo ante esos esmerald...
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"La juventud, es un disparate; la madurez, una lucha; la vejez, un remordimiento"
—Benjamín Disraeli.
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-Amo Bruce, la señorita Alejandra sigue inconsciente y el amo Jason ha recibido exitosamente el almuerzo que le preparé.
-Bien Alfred, mantenme informado si Alejandra despierta. —Esto lo estaba preocupando, Jason había recibido la misma bala y él ya había despertado, ¿por qué Rossi tardaba tanto en despertar?... a menos que haya algo que Jason no haya dicho...
-Lo haré con gusto señor... ahora sí me permite iré a preparar la cena.
-Alfred, una cosa más... ¿Damian sigue en el cuarto de Alejandra? —Y ni hablar del menor que no se despegaba de Rossi, hasta para ir al baño dejaba la puerta medio abierta en caso de que la adulta se moviera o se despertará.
-Así es, haga lo que haga no logro conseguir que salga de allí y por ello le he llevado comida.
-Ya veo... iré a verlos ahora. —Empujó la silla en que estaba sentado para luego pararse.
-Como guste. —Ambos compartieron el camino hasta separarse, no tardo en estar en la habitación en la que se hospedaba Jason. Por cortesía golpeó la puerta suavemente sin obtener respuesta, la abrió sin encontrar a nadie. Temió lo peor y corrió hasta el cuarto de Rossi, entró en el hallando a uno de sus hijos dormido en una silla mientras que el otro estaba sentando en la cama.
-Deberías apreder a tocar la puerta. —Tosco, le quedaba corto, era seco y despiadado. -No todos te soportarán Bruce.
-Fui a verte. —El contrario mantenía su enfoque en Rossi.
-¿Y?
-... debemos hablar. —Bostezo.
-¿Por qué crees que te haré caso?, no estoy aquí por ti, estoy aquí por ella y nada más. —Damian se removió en su lugar.
-Es mi casa y harás lo que yo te diga.
-Estoy sorprendido, ahora eres menos manipulable... —Tronó su mandíbula y continuó. -¿Qué quieres?
