𝘌𝘱𝘪𝘴𝘰𝘥𝘪𝘰 II.

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Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo

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Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo.

—George Santayana

  Todo mi cuerpo estaba quieto y tembloroso en la partes de las extremidades, me aferraba con fuerza al pequeño bulto viviente en mis brazos, temía lo peor, en peor de los casos sufriría un castigo de gran magnitud que posiblemente dejaría marca y...

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  Todo mi cuerpo estaba quieto y tembloroso en la partes de las extremidades, me aferraba con fuerza al pequeño bulto viviente en mis brazos, temía lo peor, en peor de los casos sufriría un castigo de gran magnitud que posiblemente dejaría marca y un posible trauma o ¡mucho peor! y para acabar de hundirme en un pantano es que ni siquiera podía huir o enfrentarme a él, ese chico de tonos rojos en su ropa era algo de los Al Ghul y por ende implicaba ¡peligro!, mi cabeza estaba cerca de ser degollada o quien sabe sería mi castigo.

   La risa del guardia me hizo dar un salto involuntario por el silencio de la habitación lo primero que se me vino a ala mente sería pedir perdón de rodillas pero las piernas no me respondían estaban igual que yo de nerviosas, mi labio se abrió dispuesto a disculparse pero ni una sonido salía más que el chocar de mis dientes por el nerviosismo en cada parte de mi cuerpo pero entonces como si de una luz de esperanza se tratará pude disculparme.

-En serio lo siento, no sabía que si hacía eso vomitaría. —Logre que mi cuerpo dejara de temblar, debía... enfrentar mi error aunque no lo quisiera.

-Está bien. —No lo creí cuando lo escuché, ¿no estaba enojado?, ¿ni siquiera un poco?... no es que quisiera un castigo o algo pero era sumamente extraño. -No fue tu culpa. —Su voz se hizo ronca, la especie d lentes que llevaba hicieron chispa. Era obvio que se habían roto.

-Menos mal... —Seguía dudando de su amabilidad pero me tranquilizaba la forma en que hablaba por que no estaba enojado o eso aparentaba, el bebé aplaudió jalando el cuello de mi camisa con sus manos.

Sonreí al verlo reír y dando uno que otro puchero, su mano viajó hasta mis mejillas que por cierto las apretó con fuerza. -¡Ey!, con eso no se juega. —Rió con ganas contagiadome de su risa. -Eres un diablillo.—Le hice cosquillas en su pancita regordeta vengando de es forma a mis mejillas adoloridas.

   Las risas del guardia cesaron y recobró su porte firme en la salida de la habitación, el ruido de plástico chocando entre si hizo que le prestara atención al frente.

𝘕𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘊𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴♡ -𝐃𝐚𝐦𝐢𝐚𝐧 𝐖𝐚𝐲𝐧𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora