Tic, Tac...

29 4 0
                                    

Había una vez...
TIC,TAC.
El sonido del tic tac, era el único sonido en aquella habitación, la paredes color marrón con una alfombra circular en el centro de la habitación, una mesita de madera con un cuaderno y una pluma.
No sabía porque estaba allí, ni como fue que llegó.
Sólo sabía que al abrir los ojos se encontraba allí.
Tan frío y silencioso, la duda lo estaba devorando por dentro ¿Quién le está haciendo esto?.

El reloj antiguo posicionado en un rincón de la habitación; alto, con la madera desgastada, las manecillas color dorada y ese sonido tan particular, tic, tac.

¿Cuánto tiempo a pasado? No lo sabía, había perdido la cuenta, se encontraba mugriento, cansado de intentar desatar las cuerdas que por las fricción que generaba, la piel le lastimaba, le quemaba, era un dolor punzante. Un grito desgarrador salió de él:

— ¡Déjame ir, maldición!. - lágrimas salieron de sus ojos. - Maldición, déjame salir de este infierno, que no ves que me estoy muriendo.

Tic, tac.

                                        🕖

Tic, tac, tic, tac.....

La voz de alguien le invadió la cabeza, resonaba en el vacío de la habitación, lentamente comenzó a abrir los ojos y visualizo la figura varonil sentado frente suyo.

— Vaya, vaya. Creí que no despertarias, que bueno que decidí quedarme un poco más.

Era apenas un veinteañero, tenía el cabello negro y ondulado, piel pálida, cuerpo delgado, vestía uno jeans negros, botines y chaqueta oscura. Se relamía los labios de la exquisitez frente a sus ojos, había pasado tiempo desde que lo planeó todo a detalle, por fin tenía a su anhelo y hoy cumpliría su sueño.

— ¿Qué quieres de mí? - preguntó atemorizado, por su comportamiento y la inquietud de su ojo izquierdo, sabía que estaba un poco ido-. Déjame ir, por favor. - rogó.

—¡Tsk!, ¿dejarte ir? No haría tal cosa, por fin estamos sólo tú y yo. Estaré juntos por siempre y para siempre.

— ¡Estás demente!.

— Lo estoy, por ti. Tuve que cometer actos atroces— se acercó con un notorio tic en su ojo, su manos las extendía como cual bailarín, sustuvo su mentón delicadamente y se acercó a el aún más —. No te preocupes por los demás, ellos ya no nos molestarán.








______________________________________________

Continuación próxima...

Había Una VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora