John Patterson

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Había una vez...

Un hombre llamado John Patterson, un hombre poco usual, vestía siempre elegante, era alto y ausente, no muy robusto, atlético por sus años de nadador, siempre con un reloj de mano guardado en el bolsillo izquierdo de su chaqueta.
Vivía solo muy a las cercanías de un lago, el Señor no lo sabía, pero algo inesperado le sucedería.

A la mañana siguiente salió en su coche rumbo a la ciudad y en el camino inesperadamente: una joven se le atravesó en la carretera, estuvo a punto de atropellarla. Giro rápidamente para no chocarla, era joven de unos veintiséis años o próximo, vestía un vestido morado que resaltaba su figura delgada, estaba sucia y desaliñada.
Salió del coche para ayudarla, se acercó preguntándole sobre su estado.

- ¿Te encuentras bien? - pregunto sin comprender el estado de la joven.

La chica sorprendida le propinó un manotazo cuando este otro se disponía a ayudarla a levantarla del mugriento suelo.- ¡Alejese de mí! - le gritó amezante.

- Tranquila no te haré daño. - le dijo en modo de que ella se tranquilizara.

Después de observarle, dejó que éste le ayudase a levantarse, por ende la llevó a su hogar a las lejanias de la ciudad, cerca de un lago muy azul y misterioso, casa de Jhon Patterson.

J


La noche había llegado, invadiendo cada rincón, sumando a las salidas de depredadores nocturnos, las lechuzas volaban de un lado a otro, los grillos comenzaban su canto sin parar y en la casa de John Patterson, invadía el misterio del mismo que adueña todo esos terrenos que proporcionaba un lúgubre y triste vista de lo antaño.
La joven con su descontento de que aún se encontraba en aquel lugar y no en su departamento de poca montaña, diminuto y sin espacio miraba a través de la ventana que el señor Jhon arrojaba una rosa blanca en el lago.
Cuando de pronto,la figura de una mujer surgió del lago haciendola realista, no se distinguía mucho. Invadida por la curiosidad, salió de aquella casa hipnótica de lo que estaba presenciando.
Fue así cuando vio su misma imagen echa física en el lago, asustada ella retrocedio haciendo crujir una rama seca, el hombre volteó a ver la razón del crujido. No había nada.
Puesto que Jhon Patterson se encontraba tras de ella, y fue así como nunca se supo de Margaret Magne de Patterson.

Ya que la casa de la pareja Patterson aún se encuentra vacía, sin huéspedes, cerca de un lago azul y con enigma sin resolver.

Fin.

Había Una VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora