Daga Del Familiar

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Había una vez.....
En los suburbios, Gruesome la calle de la oscuridad, una familia vivía en lo profundo de ella, vivían una fachada de familia rica, el padre y la madre eran conocidos allí en el barrio, siempre bien vestidos, siempre con una sonrisa, siempre impecables. Tenían dos hijas que eran gemelas, delgadas de piel pálida, cabello corto y rostro inocente, había un varón, era el hijo mayor, tenía tan sólo veintiséis años, convenció a sus padres de prostituir a sus dos hermanas pequeñas, ellas sólo tenían diecisiete, así comenzó todo.

Noche tras noche, eran llevadas a hoteles de lujo, solo por que algún hombre dio pago a su tarifa, las adolescentes no querían asistir, nunca les gustó, un extraño las desvirgino, eran tocadas, manoseadas, jugaban con ellas o a veces era el juguete de muchos.
Amenazadas por su propia familia: sus padres y su hermano a quien apreciaban mucho, nunca creyeron de que él sería de algo atroz.

Esta noche un hombre pago una suma grande por las dos, las quería a las dos esa noche, vestidas con vestidos ajustados y cortos, maquilladas y de tacos alto, estaban en el auto de mala muerte de su hermano dirigiéndose al hotel, llegaron allí, a forcejeos las saco del auto.

- Hermano por favor, no nos hagas esto. No más. - le decía una entre lágrimas que arruinaban su maquillaje.

El sonido del manotazo que le propinó alarmó a la otro joven, agarró a su hermana para que no le hiciese más daño.

- Por favor no la golpees, hermano.

- Escúchenme bien, ustedes trabajan para mí y si no les gusta, entonces las golpeare hasta desfigurar sus cara y poner su culo a la venta.

Ambas sentían odio, no recibían ningún centivo, eran encerradas en su habitaciones hasta que llegase la hora de salir para que algún depravado las use. Esta noche lo intentarían, intentarían librarse de todo aquello.

Subieron al último piso, allí un hombre adulto de unos cuarenta y cinco años, tenía poco cabello, pero aún así abundaban sus canas en su barba, estaba de bata,desnudo de piel morena y de un metro setenta.

Las hizo entrar a ambas, las miraba como un pervertido, pero era eso lo que era.
Se encontraban en el último piso, en todo el trayecto miraron las salidas que podrían tomar.

- Acerquense mis queridas. He alquilado la suite por ustedes, espero que valgan la penosa. Vamos queridas mías acerquense y bebamos un poco de vino.- su vez era detestable, generaba asco. A regañadientes hicieron caso:- vamos, beban vino, que la noche es larga mis preciosas.

«menudo fanfarrón» pensaron ambas.

Ambas recibieron una copa de vino, sospechaban que tenían algo, las coppas ya están servidas nisiquiera abrió la botella, una de ella se abalanzó hacia el hombre, coqueta y seductora, para que sospechase de lo que tenían planeado, la otra nerviosa la imitó con torpeza, le susurraron palabras melosas, osadas y atrevidas. Aquel hombre le gustó la iniciativa de aquellas dos niñas, las agarró a ambas y las guió hacia la cama grande que tenía preparada, una de ella jugueteo con la copa de vino entre sus dedos, le suguirio beberlo, apareció con una copa de vino cerca de aquel aberrarte hombre la otra gemela.

- Bebelo querido, bebe con nosotras.

Lo bebió.

Poco más de juego previo, aguantando que aquel hombre las manosease tan fervientemente, las bebase y insitiese con besarles en la boca, un rato más tarde se desmayó, habían conseguido darle la bebida que les ofreció a ella, cayó rendido en la cama.

- Hermana es hora de acabar con todo esto. - dijo Gilian a Jennifer.

La segunda se encontraban temblando, Gillian siempre fue la fuerte, la que siempre la protegía, ahora, al ver a su hermana temblar por no saber cómo sobrellevar esta situación la ponía nerviosa, respiro hondo y se acercó a ella.

Había Una VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora