Susurro de la oscuridad

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Hey, sonríe.

Siento que los días son aún más largos de lo normal, la cadenas de mi tobillos y muñecas aún me lastiman, desde el lugar donde estoy apenas puedo ver la luz del sol—este lugar es muy frío—, he perdido la cuenta de cuantos días llevó aquí, tal vez algún día salga, algún día vuelva a ver mar, las olas, el hermoso atardecer con la combinación de colores que resultaba algo extraordinario de ver.

Lamento no habré pasado clases para aprender a tocar guitarra, piano y saxofón, que lamentable, creí tener toda una vida perfectamente planificada, ese fue mi error, el no ver la realidad de la situación que suceden días tras días, que ignorancia la mía el no ver Noticias, el de no comprar un periódico y sentarme a leerlo, el no mirar a mi alrededor, que lamentable.

Como un idiota, empiezo a sonreír con lágrimas saliendo de los ojos, sollozando en silencio, las frías noche de compañía, tan solitarias y melancólicas, siempre me pregunto el: ¿Dónde estoy?, ¿Cuánto tiempo llevo en este lugar?, ¿algún día volveré a mi hogar cerca de las costas? o, ¿Quién es la persona que me hizo esto?.

«Sonríe» oí un susurro cerca de mis oídos, una voz muy grave y tranquila.

«Hey, sonríe». 

Mire mis alrededor y no se encontraba nadie, más que mi deprimente persona.

De pronto, sonreí. 

Una sonrisa boba, que no entendí porque lo hacía, mire al agujero circular de arriba en lo alto de este encierro, el amanecer se aproximaba, el cielo lentamente se aclaraba, seguí mirando, otro noche más había estado aquí, de pronto sentí gotas de agua sobre mi rostro, aunque no estaba nublado las gotas aún seguían cayendo, sonreí porque había pasado un tiempo desde que había llovió, aunque no fue por mucho tiempo, lo que parecía una llovizna ligera y pasajera, se prolongó por minutos, de minutos a horas, no supe cuánto paso, nadie había abierto la puerta de acero que se encontraba a mi izquierda, sino que el individuo encapuchado nunca apareció, el lugar se llenó de agua, flotando con mis pocas fuerzas por la mala alimentación y la deshidratación; sólo me daban un pan duro y un vaso mediano de agua.

Tenía la esperanza que si la lluvia se prolongaba más, llenaría este agujero, esperanzado de que pudiera alcanzar aquel ladrillos destartalado y senil, lograría saltar entrante lo que era antes una escalera, ahora sólo hay pocos fragmentos de lo que fue.

Pero..

No se llenó este pozo, no alcance el ladrillo, no logre salir de aquí.

Entonces...
Escuche una vez macabra cerca de mis oídos:
«Sonríe» fue lo último que escuché

Fin.

Había Una VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora