Había una vez.....
Una niña muy peculiar, a pesar de sus raros gustos, nunca se la veía sonreír, ni llorar, ni estar triste...
Esa niña no expresaba ninguna emoción. Pero ella no era así porque ella quisiese, sino porque estaba obligada a ser así.
Una tarde, volviendo de la escuela. La niña estaba entusiasmada por su perfecta calificación, pero no lo demostraba. Se la entregó a su madre; ella la ignoró, se la mostró a su padre; él la ignoró.
Estaba triste y enojada, tanto le decían que tenía que ser mejor en todo y mucho más. Qué cuando ella le mostró aquello no recibió nada a cambio.-como era habitual-. Fue directamente a su habitación con ojos cristalizados se miró a su espejo que se encontraba allí. Se paro en frente de él, levanto los pulgares de ambas manos y dibujo una sonrisa triste en sus labios que en el acto se le achinaban los ojos. Y entonces dijó:
-...lo hicisté bien.
Y entonces se abrazó a si misma.
Nuevamente en frente del espejo...
-...felicidades!.
Otra vez más frente al espejo...
-...Tú puedes.
Y día siguiente, otra vez y otra vez.
∆
Y nunca vieron a aquella niña sonreír, ni ponerse triste, ni expresar emoción alguna.
Porque esa simple niña la verías expresar emoción alguna frente a un espejo.
A horas.... 00:00.
-Vitius.
