our secrets

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Jeno aún no sabía cómo Huang Renjun podía ser la única persona en la faz de la tierra que con solo mencionar su nombre podía causarle tantas emociones. Iba del dolor al amor, de la rabia a la alegría... Eran más de un millón las emociones que lo arropaban cuando se trataba de Renjun.

Ahora mismo lo que más sentía era rabia. No sabía porque, o al menos eso quería decirse, y es que el nunca, en ningún instante pensó que Renjun haría su vida sin el, que estaría con otro Alfa y peor, que le daría un hijo. Estaba tan enojado al siquiera pensar en el hecho de Renjun siendo tocado por otro Alfa, que ahora mismo solo pensaba en que quería estar frente a él y gritarle hasta que le diera la respuesta de donde estaba el maldito que lo había embarazado.

Jeno había estado casi dos años completos en total estado de calma. No peleaba con licántropos, evitaba discutir con su padre e intentaba estar feliz con su hijo, ya no era el Alfa agresivo que fue antes y estaba bien con eso, vivía bien estando así.

O al menos lo fue hasta hace dos horas. Ahora mismo sus hombres estaban escuchando sus claras instrucciones para saber donde diablos estaba Renjun en ese instante.

-Busquen en todos los malditos lados que puedan existir. Hoteles, departamentos, todo.-fue lo último que soltó Jeno girandose.

-Si, señor.-asintieron todos antes de salir del lugar.

Jeno suspiró cerrando sus ojos con fuerza. La imagen de Renjun con otro hombre, dándole un hijo, siendo tocado, besado, pasando su celo con otro Alfa... Eran imágenes que le daban ganas de destruir todo. Quería explicaciones, aún cuando cualquiera pudiera pensar que no tenía derecho,  las quería.

Y las iba a conseguir, aunque fuera lo último que hiciera.

Y las iba a conseguir, aunque fuera lo último que hiciera

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Huang Renjun tenía varios pensamientos en su cabeza. Su nuevo celular estaba en sus manos mientras miraba su vieja agenda y pensaba si llamar o no a su mejor amigo.
Realmente ni siquiera sabía si podía llamarlo así, por alguna razón habían pasado casi dos años desde que no hablaba con el menor, perdieron todo contacto de repente pero justo ahora necesitaba hablar con Donghyuck, después de cuatro largos años por fin estaba en Corea y no podía pensar —no tenía a nadie más— en otra persona que no fuera el para contarle todos sus problemas.

Sin pensarlo un segundo más marco rogando que aquel aún fuera el mismo número de Donghyuck.

-¿Hyuck?

"¿Hola?"

-Hyuck.-sonrió sin poder evitarlo.-Soy yo, Renjun.

El silencio se hizo presente por varios segundos hasta que Donghyuck tosió.

"¿Renjun? ¿Qué...?"

in the end; you are mine [noren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora