Monstruo

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«Impertérrito, Voldemort declaró:

—La grandeza inspira envidia, la envidia engendra rencor y el rencor genera mentiras. Usted debería saberlo, Dumbledore.

—¿Llamas «grandeza» a eso que has estado haciendo? —repuso Dumbledore con delicadeza».

Harry Potter y el misterio del príncipe

Sorprendentemente, Severus llega a los cincuenta años sin mayores contratiempos.

El mundo cambia a su alrededor, pero él se adapta entre insultos mascullados e ironía hiriente, y sigue adelante con su detestable vida.

La guerra, para asombro de todos, es olvidada más rápido de lo que parecía posible. La muerte y la pobreza son arrastradas durante años, pero hay demasiadas cosas sucediendo a la vez para detenerse a recordar un mago oscuro con complejo de Napoleón.

El periodo tras la posguerra acaba siendo conocido como la etapa con más cambios progresistas de toda la historia del mundo mágico de Gran Bretaña.

Tras unos años de desfase y drogadicción, Potter vuelve al Wizengamot y al centro de las políticas del mundo mágico para quedarse. Da voz a los centauros y a la gente del agua entre los magos (a pesar de que dichas criaturas mágicas insisten en que no les interesa participar en la política humana), instaura una ley de protección para los magos hijos de muggles (según la cuál los niños mágicos nacidos en familias sin magia son separados de sus padres desde bebés y criados en el mundo mágico, «para evitar posibles abusos»), y prohíbe el transporte y la venta de unos cuantos animales mágicos en peligro de extinción. Coarta muchos poderes y privilegios de los sangre pura, y legaliza la posesión de varitas en elfos domésticos.

La normativa en Hogwarts también es alterada, volviéndose mucho más exigente con el cuidado y la protección a los alumnos.

Severus lo odia.

Mirando el lado positivo (algo que Severus nunca hace), Potter no vuelve a molestarlo a pesar de protagonizar casi todos los números del Profeta. Y mientras el molesto chico siga respirando sin malgastar el sacrificio de su madre, a Severus no le importa su vida.

(El picor bajo su piel solo se intensificó tras ese beso compartido, pero Severus ya es un experto en ignorarlo).

Severus lleva años esquivando a Harry Potter.

Hasta hoy, que Harry Potter viene a buscarlo. De nuevo.

Severus espera impaciente, sentado en su sillón en el despacho del director. Relevó a Minerva a principios de ese mismo año, cuando esta decidió retirarse «de una vez por todas, creo que me he ganado un merecido descanso».

Los años no han sido amables con él, pero pocas cosas son amables con Severus. Su pelo, antes negro como el carbón, es ahora de un gris decolorido. Se lo recoge tras el cuello en una coleta baja, dejándose el rostro despejado. Peinado que, aunque nadie se haya atrevido a decírselo, no le hace ningún favor. Las arrugas se marcan casi con crueldad en su rostro, haciéndolo parecer mucho mayor de lo que es, y las manos nudosas y tensas dan la impresión de pertenecer a un hombre de setenta años.

Severus mira el reloj redondo situado al lado de la ventana por décima vez en el último minuto. Afuera, la nieve se acumula en el alféizar. Finalmente, alguien llama a la puerta y el director lo recibe con un rígido: «Pase».

Harry Potter entra en el despacho, y Severus lo estudia con disimulo. El chico ha crecido bien; sigue siendo bajo y delgado, pero por una vez parece estar alimentándose de manera saludable. Su pelo está, para su sorpresa, cuidadosamente peinado hacia atrás. Va perfectamente afeitado, y sus gafas redondas han pasado a ser unas de montura cuadrada que le favorecen mucho más. Lleva una larga capa negra y su semblante es casi tan blanco como la nieve que le reluce sobre los hombros.

Alias HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora