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La voz de la mujer que era la encargada del campamento, se escuchaba obstruida por la interferencia de un megáfono, haciendo difícil el poder entender con claridad sus palabras. Pero no importaba de todos modos porque Johnny había dejado de prestar atención desde el primer momento, en cambio, se entretuvo observando la espalda de Doyoung desde lejos.

¿En qué momento se había obsesionado tanto con él y por qué le era tan difícil dejarlo ir?

Nunca se había sentido de esa manera, nunca se había preocupado por alguien más de la cuenta, nunca había sentido estas enfermizas ganas de proteger y cuidar a una persona ¿Pero qué sucedía está vez para actuar de ese modo?

Realmente era patética la manera en la que su mente y cuerpo habían funcionado últimamente. Johnny desde que era pequeño había sido impulsivo, en la peor y mejor manera, constantemente le causaba problemas a su padre y no importaba que tanto lo castigaran, Johnny seguía siendo indomable.

Todos creían que su comportamiento irritable se debía a la pérdida de su madre, por lo tanto, estaban seguros de que en algún momento se le pasaría, pero no fue así.

Johnny pudo salir de su mar de pensamientos cuando notó que la gente comenzaba a moverse. Miró a su alrededor buscando a su amigo pero no fue capaz de la ubicarlo a simple vista. Observó por encima de las cabezas, identificando a un chico con gorra negra y camiseta violeta cerca del lugar donde se hallaban los empleados del campamento, Johnny supo inmediatamente que ese era Yuta. Se dirigió hacia allí cuidando de no chocarse con nadie, aunque resultó ser imposible ya que, de un momento al otro, una persona se tropezó y terminó cayendo sobre él, Johnny actuó tan rápido sosteniendo el torso de ésta que, afortunadamente, nadie cayó al piso.

Johnny bajó un poco la mirada, encontrando a unos pocos centímetros el rostro de un chico desconocido. Rápidamente éste se apartó, hizo una reverencia a modo de disculpa y se escabulló entre la multitud. John parpadeó un par de veces aturdido por la extraña situación que acababa de vivir.

—¡Conseguí que nos dieran la misma cabaña! —Yuta apareció de la mismísima nada, sobresaltando a Johnny. Yuta alzó una ceja intrigado— Oye, ni que fuera tu ex para que te espantes así —bromeó.

—Qué gracioso —masculló Johnny  sarcásticamente.

—Como sea, vamos a buscar la bendita cabaña.

El más alto asintió, dejando que Yuta liderara el camino. Con un poco de ayuda del mapa, lograron encontrar los dormitorios en los que se alojarían durante ese par de días. Entraron hallando principalmente un total de cuatro camas cuchetas, un par de armarios empotrados en las paredes, mesitas de luz al lado de las camas y alguna que otra decoración simple para ambientar un poco el espacio. También había algunas personas acomodando sus pertenencias, quienes serían sus compañeros.

—¡PIDO LA DE ARRIBA! —Yuta corrió y tomó la cama que había reclamado.

—¿Cuántos años tienes, eh? —Johnny se quejó y no tuvo otra opción más que quedarse la parte de abajo, así que dejó su mochila sobre el colchón y enchufó su teléfono que, durante el viaje, se le había bajado la batería.

—Me muero de hambre —chilló Yuta desde la cama de arriba asomando su cabeza por el borde de ésta— Vamos a desayunar.

Johnny asintió poniéndose de pie. Yuta bajó de la cama con cuidado pero, cuando sus pies tocaron el piso, sintió algo crujir debajo de sus zapatillas.

— ¿Quién carajos dejó esto aquí? —Yuta protestó, estaba molesto y preparado para golpear a quien sea que fuera el responsable, lo cierto era que éste chico era bastante fácil de irritar.

prince || johndoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora