❀Capítulo cinco❀

17.2K 1.1K 162
                                    


|Omnisciente|

No se sentía bien, no quería estar escondida, había escuchado esa voz que hasta el momento le daba miedo. Un sentimiento de posesividad se apoderó de ella, Benjamín solo es para ella.

Pensó una y otra vez, él la había tratado tan bien algo que nunca nadie había hecho solo su Mami. No quería que se lo quitaran, no quería volver a ese infierno y esas pesadillas.

— Mocosa, sé que estás aquí. — se atraganto con su propia saliva. Estaba asustada, evito decirle a Benjamín lo que ella le dijo antes de irse, no quería morir.

Ella dijo que la mataría. En ese mes y medio que estuvo con Benjamín sintió que él estaba solo y no quería dejarlo. Pensó que si él era su ángel ella sería la única persona que no lo dejaría nunca.

Escucho unos gritos y forcejeos hasta que un fuerte golpe paró todo, cerró los ojos y tapó sus oídos. Era lo único bueno que sabía hacer.

Alguien abrió las puertas del armario y sintió sus lágrimas salir con fuerza, no quiero que Benjamín este solo, se repetía una y otra vez eso. Hasta que el calor y unas grandes manos la cargaron con delicadeza, reconoció el olor a colonia que solo le había reconocido a Benjamín y se aferró a él.

— Princesa ¿estas bien? — asintió dejando pasar ese nombre con el que él la llamó.

— No quiero que me aleje de ti, te quiero. — murmuro mirándolo fijamente sin saber que ese te quiero desenfreno el corazón de un amoroso lobo.

La sacó de aquel lugar donde solo miro pintura roja salpicada en sus cosas, seguía pensando en todo lo que sucedió en segundos. Su estómago dolía, tenía hambre, pero esa persona mala la interrumpió.

— Tengo hambre. — Benjamín solo asintió ante la queja de su pequeña, un descuido de él provocó el pánico de su pequeña Luna.

Eso no se le volvería a pasar.

Ahora solo en su mente tenía el cómo le diría que tenían que irse de ese lugar, lo malo es que estarían en su manada repletos de lobos, mestizos y otras especies más. Tenía que decirle lo que era, pero las palabras correctas no llegaban, sabía que había que pensar lo que diría cualquier paso en falso lo desplomaba en un profundo abismo.

— Princesa hoy dormirás en mi habitación. — una pequeña sonrisa se formó en los labios de Zoe. Su corazón latía con fuerza, le había gustado dormir al lado de Benjamín era algo de lo que no iba a mentir.

Fue algo relajante y tranquilo, sin preocupaciones. Al dormir a su lado, nunca antes había sentido esa calma.

Se miraron por cortos segundos sin saber la razón y solo siguieron con normalidad. Comieron con calma sin hablar, ni decir nada al respecto de lo ocurrido.

— Benjamín, tú me habías dicho que... — y la calló.

Él había cometido el error de tratar de comentarle el fetiche que tiene, pero se arrepintió, ella apenas se alejaba de sus traumas y no quería que cualquier cosa la regresará a ellos.

— No hablemos de eso. — observó a su Luna de cabello de oro y sonrió mientras la miraba comer, no despejó su mirada de ella hasta que Zoe levantó su rostro.

Con nerviosismo la cambió, mientras ella solo lo miraba. No dijo nada mientras la peinaba y solo jugó con el celular de él, al cual se había acostumbrado.

— Benjamín, Richard me había dicho que te gustaba que te llamarán Daddy ¿por qué? — él había olvidado que después de lo sucedido se convirtieron en amigos, no le gustaba verlos hablar a solas, eso lo celaba mucho y su amigo lo sabía.

「𝐃𝐮𝐥𝐜𝐞; 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝟏 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora