❀Capítulo once❀

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|Zoe|

Suspire nerviosa dejando el lápiz en su lugar, James había hecho algo extraño pero que me ayudó a saber miles de cosas en una semana, creo que si Benjamín supiera de la magia de James sería malo. El maestro que había estado de brazos cruzados sentado en su silla poniéndome más nerviosa, se levantó y agarró mi examen.

— Puede retirarse señorita Lenae. — asentí y agarré mi pequeña mochila. Salí de la oficina y miré lo repleto que estaba el pasillo.

Cuando llegué no había nadie y James me dejó en la dirección, ahora me siento perdida, los pasillos están llenos de gente que se mueve de un lado a otro y hay personas más altas que yo que no me dejan ver en dónde estoy.

Alzó un poco más mi rostro y camino sintiendo pánico al sentir miradas, y aunque no soy el centro de atención las miradas no me gustan. Alguien agarra mi hombro y mi respiración se va, aún le tengo miedo a las personas y eso lo descubrí al llegar. Me quede esperando hasta que nadie estuviera porque sentía un gran nudo en mi estomago.

— Aquí estás. — suspiro al reconocer la voz. — Lo siento, se me había olvidado y alguien me distrajo. — me giro y miro a una chica con un cabello rojizo, ojos rasgados, aunque son grandes y es demasiado más alta que yo, la cual agacha un poco su mirada y sonríe.

— Te acordé de ella, tu solo te distraes Jae. — me sonrojo avergonzada por su mirada hacia mi. — Tu altura será problema con estos gigantes. Hola soy Sirena mejor amiga del raro a tu lado. — asiento nerviosa tomando su mano.

— Soy Zoe. — suspiro recordando las palabras de Magda. — Su prima lejana. — miro a James y el asiente.

— Bueno creo que podemos irnos ya se fueron los del equipo de fútbol americano que son los que hacen más estorbo. — miro hacia atrás mío y ya no hay tanta gente como hace segundos.

Caminamos y escucho cada cosa que ellos dicen, miro la estatura de ambos y Sirena es solo una cabeza menos que James, pero es más alta que yo. Cuando se dan cuenta de mi dejan su conversación y los sigo hasta que llegamos a unas bancas.

— Miraras como entrenan los gigantes de americano. — me siento en la sombra que crea un árbol como ellos hicieron. — Creo que no habrá problema. 

— Magda dijo que te iras conmigo, solo teníamos dos clases hoy y han terminado. 

— Iremos caminando a casa. — hago un puchero. Mientras veníamos vi en el carro que era mucho el camino a casa de la abuela Magda, y nunca he caminado esa distancia. Básicamente apenas camino y me desmayo, podría ser exagerado, pero Benjamín provoco eso hace tres días cuando me puso a correr por el patio trasero de la casa de Magda y me caí en mitad cansada.

Nunca he hecho ejercicio y él solo me puso a correr, así que no creo que al caminar termine bien.

— Y no crees que puedas usar tu... 

Niega antes de que siga hablando.

— Miren ahí esta mi novio. — giro mi rostro mirando a un chico rubio, demasiado alto y casi con la misma musculatura que Benjamín. Sonríe a ver a Sirena y se acerca hacia nosotros estamos, en cuestión de segundos Sirena desaparece de nuestro lado.

— ¿Qué es un novio? — le preguntó a James.

— Algún día lo sabrás. — ladeo mi rostro. — Pero los novios a veces se dan besos. — abro mis labios.

— En la mejilla... entonces yo soy novia de Benjamín. — James ríe por lo que dije y niega.

— No, mira hacia Sirena. — abro mi boca asombrada y luego me asqueo. — Esos tipos de besos, dudo que le des esos besos a Benjamín. — niego sonrojándome.

「𝐃𝐮𝐥𝐜𝐞; 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝟏 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora