Capitulo 31 - Casualidad

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Eclipse

— Necesito irme a Ecuador — dije casi sin aire entrando a la oficina de Julián, él me miró como si hubiese enloquecido mientras yo trataba de recuperar el aire.

— No — fue lo único que dijo y siguió viendo sus papeles, me acerque y se los arrebate e hice que de nuevo su atención recaerá en mí.

— Dije que necesito ir a Ecuador y no está a discusión — lo rete con la mirada.

— No — volvió a repetir, frustrada lo agarre del cuello de la camisa.

— No te estoy pidiendo permiso — dije entre los dientes.

— Eclipse suéltame — lo solté, se acomodo de nuevo su corbata y dijo — ¿Por qué ? —.

— Eso no te interesa — le dije.

— Eres mi hija y todavía eres menor de edad —.

— Solo dos años para que la ley diga que soy mayor y tú nunca has sido mi padre, solo te pones un título que no te mereces, nunca has estado y cuando estás, estoy en grave peligro — le contesto con amargura en cada palabra, él muestra asombro unos instantes antes de volver a su postura demandante y sería.

— No irás —.

— Sabes que no me detendrás — digo con una sonrisa de lado en tono retador y burlón, me doy la vuelta dispuesta a irme.

— Irás con Nicolás mañana temprano — demanda.

— Salgo en dos horas — le aviso a lo que él suspira cansado.

— En dos horas — dice y salgo del despacho a empacar.

(...)

— ¿Que me ocultas Nicólas? — lo reto con la mirada.

— Es sobre tu amigo... Damián — dice casi en un susurro, mi corazón da un brinco al oír su nombre.

— ¿Qué sucede con él? — digo y el guarda silencio — Dime — ordeno.

— Eclipse pero...

— ¡¡Dime!! — le gritó.

— Él está grave en una clínica, recibió un disparo — dijo lento, temiendo de mi reacción.

— Eclipse — me llamo Nico.

— ¿Qué? — voltee a mirarlo.

— En treinta minutos aterrizamos — dijo y asentí, volví a mirar a la ventana del avión, no podía dormir ni un poco.

Al llegar lo primero que hice fue pedir un taxi y dirigirme a la clínica, pague al chófer y corrí adentro como loca.

— Señora necesito saber de un paciente llamado Damián Rhusoff, internado por un disparo — pregunto rápido, la chica me mira de pies a cabeza y teclea en la computadora.

— Usted ¿Que es de el paciente? — pregunta en un tono arrogante.

— Me puede decir dónde está —.

— Si no es familiar de el paciente no puedo darle infor...

— Soy su novia, maldición — gritó exasperada.

— Se encuentra en el piso 4 en cuidado intensivo — dijo fastidiada — y creo que pronto quedarás soltera — dijo en susurro pero la escuché.

— ¿Que mierdas te pasa? — la sujete del cuello de su uniforme y estampe su rostro contra el mostrador, la chica soltó un quejido de dolor.

— Basta Eclipse — escucho la voz de Nico bastante molesto, suelto a la chica y camino a paso apresurado al ascensor.

— ¿Que carajos te sucede? — me pregunta Nico exaltado cuando llega a mi lado, yo solo me encogo de hombros — Primero te largas del aeropuerto sin siquiera avisarme y ahora llego a la clínica y te veo lastimando a la recepcionista — me regaña — Tu jamás hubieses...

— Las cosas cambian — me limito a decir.

— Se que pasas por un grave momento p...

— Cállate, no sabes por lo que pasó, ni por lo que pasé, no quiero tu lastima, tus mentiras ni tu comprensión, basta, estoy harta de la hipocresía de la gente — le grite, era la primera vez que le gritaba de esta forma, pasaron un par de segundos y el ascensor se abrió, rápidamente entre en este y presione el botón con el número 4 en el, Nico me miró mientras se cerraba el ascensor pero no entro.

Corrí como loca para encontrar vos sala de cuidados intensivos hasta que ví la puerta de un pasillo con un letrero que indicaba que esa era la sala abrí las puertas y me quedo estática, «esto es mentira, no puede ser», las lágrimas salen sigilosas y mi cuerpo tiembla de solo verlo, justo en el pasillo está el padre de Damián y a su lado hablando como viejos amigos está él, Julio.

Mi respiración se descontrola, mi ritmo cardíaco se aceleró, sentía mis estremidades adormecerse.

— Necesitamos seguir con nuestros planes — dice Julio y me recorren unas ganas horribles de vomitar, las lágrimas salen y no puedo moverme no correr ni nada.

— Mi hijo se muere, no puedo seguir — dice calmado el padre de Damián.

— Yo seguiré, cuando tú hijo se mejore retomaras tus labores y avanzaremos a la siguiente fase — el padre de Damián asintió, siento una mano tocar mi hombro y me sobresalto.

— Señorita ¿Se encuentra bien? — siento el sudor frío recorrer mi frente y mi espalda, mi mirada va de la enfermera al pasillo y es cuando notan mi presencia, los ojos de ese tipo conectan con los míos y mis instintos de supervivencia se activan y salgo corriendo, chocó con varias personas, siento que en cualquier momento me desmayare, el aire no entra en mis pulmones y mi corazón está a mil por hora, a lo lejos veo a Nico y corro lo más que pueda hacia él, cuando llegó a su lado mi cuerpo se desconecta y caigo en la oscuridad.

El olor a alcohol inunda mis fosas nasales, abro lentamente los ojos y veo a un señor extraño y a Nico.

— Estará bien, debe comer y no recibir impresiones fuertes — el señor sale del cuarto y miro a Nico confundida.

— ¿Te duele algo? ¿Que te paso? ¿Por qué corrías? — Nico parece frustrado y preocupado.

— Señor Perdomo necesito hablarle un momento — le dice el señor, Nico me da una última mirada y sale.

Me siento en la cama, observo a mi alrededor y estoy en una habitación de hotel supongo, mi teléfono suena notificando que tengo un mensaje, lo agarro y mi corazón se detiene.

Hola hermosa, ¿Que casualidad vernos... O tal vez no? Si no dices nada, nada le pasará a tu lindo noviecito.
— J

Escucho la puerta abrirse y escondo el teléfono de inmediato, Nico me observa serio.

— ¿A quién mierdas viste en ese hospital? — me grita.

Eclipse #1 De La Saga EclipsadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora